Vidago (Chaves, Portugal)
Terra de Bragança
Domus municipalis (Bragança, Portugal)
Bragança
Castelo de Bragança
Bragança
Montesinho
Frontera Vinhais (PT) - Hermisende (ES)
Castillo de Puebla de Sanabria
Puebla de Sanabria
Lago de Sanabria
Lago de Sanabria
En esta segunda parte de la ruta el paisaje va a cambiar mucho. Vamos a alejarnos de las montañas del Gêres, que forman parte del Portugal húmedo y vamos a adentrarnos en una sucesión de paisajes un poco diferentes.
Cuando hice esta ruta pasé la noche en Chaves en el Residencial Bem Estar, que estaba en muy buenas condiciones (todo nuevo y limpio) y por un precio más que razonable (30€/noche en junio de 2011, alojamiento y desayuno).
Nuestra primera parada va a ser Vidago, una villa que conoció su mayor esplendor a finales del siglo XIX, justo después de que se descubriese que sus aguas tenían propiedades terapéuticas, lo que llevó a su explotación turística y comercial. Llegó a haber varios hoteles de buen tamaño, si bien hoy en día sólo he visto uno de ellos en activo, el Gran Hotel y un par de ellos abandonado (el que veis en la foto y otro en el centro del pueblo). El Gran Hotel se puede visitar, creo que desde las 10 de la mañana hasta las 6 de la tarde. En su recinto no se pueden hacer fotos.
En la anterior entrega decía que el hecho de que la carretera tuviese tanta curva iba a tener cierta influencia en esta ruta y el caso es que a estas alturas a mi no me apetecía ir por una carretera con demasiada curva y también me apetecía un pequeño cambio de paisaje.
Así que tomé una serie de carreteras secundarias hacia Murça, y aunque me gustó mucho el paisaje no vi ningún sitio "especial" para hacer una foto. La idea era llegar hasta una vía rápida que comunica Bragança con Porto. Bien, pues esta fue una pésima idea: resulta que en el momento de pasar yo había obras de ampliación de dicha vía para convertirla en autovía (o tal vez autopista, que Portugal está en un proceso de convertir todas sus vías de alta capacidad en vías de peaje). Resumen, que me aburrí de obras, desvíos y atascos, pero al final se llega a Bragança, aunque uno lo haga más bien harto.
Al llegar a Bragança recorrí un poco sus calles mientras me aproximaba al castillo, que domina la localidad desde una colina. La idea de construir este castillo fue doble: por un lado se protegía la ruta que comunicaba Porto, una de las ciudades más importantes de Portugal, con Zamora, una de las más importantes del Reino de León. Por otro lado, el reino luso necesitaba un castillo importante que protegiese el noreste del país de lo que pudiesen hacer los leoneses (y más tarde castellanos) desde el castillo de Sanabria.
Lo que era la vieja Bragança vivía dentro de los muros de la fortaleza. Hoy en día es un barrio supertranquilo, con aire más de pueblo que de ciudad. Paseando por sus calles uno no tiene la sensación de estar en la población más importante del noreste de Portugal... más bien parecen las calles de un pueblo cualquiera en lo más profundo del país. Con decir que hasta hay una granja con sus terrenos dentro de los muros...
En cuanto al castillo, al construirlo posiblemente nadie pensaría que sus muros darían origen a la última dinastía reinante de Portugal, los Bragança, en cuyo momento de máximo esplendor fueron reyes de Portugal y los Algarves y emperadores de Brasil. El fundador de la Casa de Bragança era hijo ilegítimo de un Rey, João I. Lo que son las cosas, también era hijo ilegítimo y fundador de una dinastía, la de Avis, tras la independencia de Castilla e. Sin embargo los Bragança no serían casa reinante hasta Jõao IV, ya en el siglo XVII... también después de una guerra de independencia contra Castilla.
Otros dos puntos interesantes dentro de las murallas del castillo son el pelourinho, una representación escultórica muy típica dentro del norte de Portugal que vendría a ser como una especie de símbolo de la localidad en la que se encuentra y sobre todo, la llamada Domus Municipalis, que se trata de un edificio de planta cuadrada y que resiste muy bien el calor exterior manteniendo una temperatura muy agradable en su interior y que nadie sabe para qué se construyó. Se sabe que en algún momento fue sede del poder municipal de Bragança y también que sirvió de cisterna para almacenar el agua de la lluvia, elemento crucial cuando el castillo estaba sitiado, pero la finalidad real es desconocida.
Dejando Bragança vamos a tomar las tierras de Montesinho, un parque natural que tiene fama de ser la parte más salvaje del país (a mi no me lo pareció, pero bueno...). Aquí debo indicar que la carretera que voy a indicar para la ruta no es la que cogí yo, que utilicé la que va de Bragança a Hermisende, ya en España, pero para ir a Puebla de Sanabria hay una carretera directa. Sobre el mapa es mejor carretera y debe tener un trazado más bonito (y verde) que el que seguí yo. Si alguien va por ella que me deje un comentario (y unas fotos, si puede ser)
Entonces, la parte que vi del Montesinho tenía zonas muy bonitas de bosque de roble o de rebollo, pero también amplias áreas cultivadas y mucha plantación de castaño para explotación de su fruto. No es que me pareciese particularmente atractivo, pero me quedaron ganas de conocerlo mejor: no puede ser que entre lo que vi y la descripción haya tanta diferencia. La parte que más me gustó es la línea fronteriza de España y Portugal, con la carretera yendo casi paralela durante unos centenares de metros a la red de marcos fronterizos.
Llegando a Puebla de Sanabria recomiendo callejear un poco por sus calles, preciosas en piedra y con buena muestra de arquitectura tradicional gallega (vale, es Castilla y León, pero la forma de las casas es típicamente gallega), mientras nos dirigimos a su castillo, que alberga una exposición muy intersante acerca de la comarca y su historia, y también de la relación entre Sanabria y Bragança. Al igual que su homólogo bragantino, el castillo de Sanabria también protege una antigua ruta comercial: la que unía el sur de Galicia con el corazón de los reinos de León y Castilla. De ahí la importante relación que surgió entre ambos lugares: a veces enemigos, a veces socios comerciales, pero siempre vecinos.
Pero lo que realmente atrae el turismo a estas tierras no es el castillo de Sanabria, sino el Lago de Sanabria, la mayor masa de agua de origen glaciar de la península y que se sitúa entre los municipios de Galende, Cobreros, Trefacio y Porto. Hoy en día su aprovechamiento turístico es una importante fuente de ingresos para los municipios ribereños, que lo han dotado de playas, instalaciones tales como baños públicos y hasta un catamarán para travesías por sus aguas.
Se trata de la mejor zona de España para estudiar el fenómeno del glaciarismo, y por eso no es raro ver misiones científicas explorando sus orillas y sus fondos, tan ricos de misterios... y de tragedias.
En algún lugar deben estar los restos de muchos de los vecinos de Ribadelago, una aldea que casi fue borrada de la faz de la tierra por la rotura de la presa de Vega de Tera, que se llevó a 144 de sus 549 habitantes, recuperándose tan sólo 28 cuerpos, y dando origen a una campaña solidaria de rango internacional.
Tiene algo de irónico lo que pasó a continuación. Veréis, Ribadelago fue fundado durante la Reconquista por colonos cristianos que venían de Córdoba huyendo de las persecuciones a que eran sometidos por los musulmanes.
Bien, pues cuando se construyó Ribadelago Nuevo, o de Franco, en honor al magnánimo dictador que con su generosidad financió su construcción (a cuenta del presupuesto del Estado) se hizo la cagada de basarlo en el típico pueblo andaluz... lo que está completamente fuera de lugar aquí, en plena montaña de Sanabria. Y encima el emplazamiento fue muy criticado por los habitantes porque al parecer es una zona sombría y húmeda. Y además los responsables del hundimiento se fueron de rositas y la empresa eléctrica parece ser que nunca pagó las indemnizaciones. De traca, vaya. Typical spanish.
El Mapa
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