Parque Nacional A Peneda- Gêres (I) (Portugal)

lunes, 24 de enero de 2011

Melgaço (Minho, Portugal)
Melgaço


Castelo de Melgaço (Minho, Portugal)
Melgaço


Mosteiro de Fiães (Melgaço, Portugal)
Mosteiro de Fiães


Porta de Lamas de Mouro (Melgaço, Portugal)
Porta de Lamas de Mouro


A Serra da Peneda (Melgaço, Portugal)
Porta de Lamas de Mouro


Santuario da Peneda (Arcos de Valdevez, Portugal)
Santuario da Peneda


Gavieira (Arcos de Valdevez, Portugal)
Gavieira


Adrão (Arcos de Valdevez, Portugal)
Adrão (Gavieira)


Os espigueiros de Soajo (Arcos de Valdevez, Portugal)
Os espigueiros de Soajo


Streets of Soajo (Arcos de Valdevez, Portugal)
Calles de Soajo


Mosteiro de Ermelo (Arcos de Valdevez, Portugal)
Mosteiro de Ermelo

Espigueiros de Lindoso (Ponte da Barca, Portugal)
Espigueiros de Lindoso


Castelo de Lindoso (Ponte da Barca, Portugal)
Castelo de Lindoso



Cuando la gente se plantea el irse a Portugal frecuentemente piensa en sus playas o sus dos grandes ciudades, Oporto y Lisboa. Pero Portugal cuenta con grandísimos atractivos en su interior que son aún más ignorados, si cabe, que el resto del país.

La ruta que vamos a tratar aquí ha sido uno de mis pecados de los últimos años, puesto que hace bastante que me la planteaba y no la hice hasta ahora, cuando por fin me he decidido a coger el coche y hacer un pequeño recorrido por el único Parque Nacional del país.

Es una ruta para tomarse con calma: a pesar de la estimación de Google Maps, la ruta lleva su tiempo... tanto que hacerla en un día es un poco justo: no te da tiempo a ver nada de nada. De hecho, hay tantas cosas que contar que voy a dividir la ruta en dos partes, cubriendo una las terras de A Peneda y la segunda se dedicará a la Serra do Gêres.

Partimos de Melgaço, villa balnearia, y famosa por sus vinhos verdes y su lamprea. Para los habituales del blog le sonará porque ya se había visto en alguna otra ruta. Del patrimonio histórico de la capital del municipio podemos destacar los restos de su castillo, que es la fortaleza (y el municipio) más septentrional de Portugal. Para acceder a Melgaço podemos utilizar su puente internacional, que la une a la villa pontevedresa de Arbo.

Si seguimos la carretera en dirección a São Gregorio encontraremos un desvío hacia Lamas de Mouro y el Parque. Normalmente la gente nos dirá que vayamos por aquí... pero entre que los GPS dicen que es un camino más lento (y me inclino a darles la razón en este caso) y que hay cosas que ver por el otro camino, seguiremos un poquito más hasta la salida de Fiães.

Y en Fiães está  nuestra segunda parada del día, los restos de su monasterio que básicamente se reducen a unas cuantas ruinas y a la iglesia parroquial, que en su momento lo fue del monasterio. Hoy en día es un templo que sirve a una freguesía de unas 300 personas, pero en el pasado fue un poderoso e influyente centro monástico con 20 abadías y numerosos cotos repartidos por Galicia y las regiones portuguesas de Minho y Tras-os-Montes. Se decía que el segundo hombre más poderoso del país (tras el rey, obviamente) era el Abad de Fiães.

Un poco antes de Lamas de Mouro hay un desvío a Castro Laboreiro, casi en la frontera con España. Se trata de una freguesía de Melgaço con bastante historia y un par de curiosidades, como el haber sido municipio independiente (minúsculo y muy pobre) o el de albergar a la entidad de población portuguesa situada a más altura (Curral do Gonçalo)... pero sobre todo por tener una raza de perro propia, el Perro de Castro Laboreiro (el enlace en portugués es muchísimo más completo). Pero no subimos hasta aquí para ver perros o para tocar el techo habitado del país, si no para ver el Castelo de Castro Laboreiro, del que quedan sólo unas ruinas pero que fue crucial para la independencia Portuguesa durante varios siglos, conteniendo a las tropas leonesas y castellanas en varias ocasiones.

Volviendo a nuestra ruta, al llegar a Lamas de Mouro tendremos el acceso al Parque Nacional. Un agradable bosque de coníferas con pequeños riachuelos que se ha acondicionado como área recreativa nos da la bienvenida al Parque. A partir de aquí veremos formaciones rocosas bastante majestuosas y de gran belleza, mientras avanzamos hacia el Santuario de A Peneda, dejando atrás el concelho de Melgaço y entrando en el de Arcos de Valdevez. Mucho cuidado a partir de aquí: detrás de cualquier curva te puede salir un coche, una vaca, un caballo, una señora mayor... aquí más que nunca mucha concentración al volante.

Se trata de un edificio terminado en el siglo XIX y que cuenta con numerosos adeptos a sus romerías. Desde aquí parten varias rutas de senderismo, de las cuales la más famosa es la que parte desde detrás del templo hasta los penedos que se encuentran monte arriba (unos 45 minutos de subida). Al final del camino se encuentra un pequeño embalse, cuyas aguas son las que alimentan una cascada que se desliza hasta un lateral del santuario y una campa donde pastan las vacas de los habitantes del pueblo. Desde allí hay unas muy buenas vistas del valle y de la población.

Nuestro camino va a continuar por el valle (mejor retroceder y cruzar al otro lado del río) y seguiremos hasta Rouças (me temo que no está señalizado... o yo no lo he visto) y luego tomar un desvío hacia Gavieira y seguir hasta el siguiente pueblo, São Bento do Cando, desde donde hay unas vistas bastante buenas del valle, con una espectacular ladera granítica que debe hacer las delicias de los amantes de la escalada. Podemos seguir unos kilómetros más hasta un cruce, sólo por ver el paisaje, pero al terminar debemos desandar el camino hasta Rouças y continuar hacia el sur, hacia Adrão (pueblo con muchas casas abandonadas y un refugio que urge restaurar) y Soajo, cuyos hórreos (espigueiros) forman un conjunto histórico muy peculiar y merecen una visita. Además es interesante callejear por el casco urbano y ver cómo adaptaron las construcciones a la realidad del terreno, lleno de penedos graníticos. Y también se puede visitar el pelourinho, tal vez emblema del municipio que encabezó durante varios siglos.

¿Os acordáis del perro de Castro Leboreiro? Pues en Soajo lo llaman "cão de Soajo" y dicen que los de Castro Leboreiro se lo han robado. Soajo tiene una idiosincrasia muy marcada y se recuerda mucho que un día fueron un ayuntamiento independiente.

Y pasando Soajo ya casi estamos en el final de esta primera etapa, los restos del monasterio de São Bento de Ermelo del que no he encontrado demasiada información, pero al igual que en el caso de Fiães sólo parece quedar la iglesia en pie. Una curiosidad de esta pequeña población encaramada en una de las riberas del río Lima (o Limia en su  tramo gallego) es la cantidad de naranjos que cultivan los lugareños.

Podemos terminar esta primera parte haciendo una pequeña parada en la antigua central hidroeléctrica de Lindoso, nada más cruzar el río. Necesita un pequeño mantenimiento, pero es una parada interesante para aquellos a los que les gusta la arquitectura industrial.

O podemos continuar un poco más y acercarnos hasta Lindoso, unos cuantos kilómetros río arriba, donde podemos ver su castillo y su conjunto de espigueiros, aún más grande que el de Soajo

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