Marvão (Alentejo, Portugal): la fortaleza inexpugnable

lunes, 29 de abril de 2019



Ibn Marwan, "el Gallego", fue un poderoso señor del Emirato de Córdoba originario de Mérida. Dedicó su vida a crearse su propio emirato y, de hecho, consiguió la independencia de facto con respecto a Córdoba. Su estado se extendía por el sudoeste peninsular, desde Extremadura hasta el Algarve. Este territorio estuvo fuera del control Omeya hasta la creación del Califato.

 

Durante una de las muchas peripecias que tuvo Ibn Marwan acabó fundando Badajoz, siguiendo una especie de destierro que tenía más pinta de premio que otra cosa, porque la construcción de la ciudad fue en parte pagada por el Emir y estaba situada justo donde más le interesaba.

Pero Badajoz no fue el único de los asentamientos que fundó Ibn Marwan. Hay uno que lleva el nombre de su fundador, Marvão, y queda un poco más al norte, cerca de Alburquerque. En realidad ya lo había visitado antes, pero por aquella época no dedicaba demasiado tiempo a los sitios y me centraba más en las rutas.


Y es una pena, porque Marvão lo merece. El pueblo es conocido por su castillo, situado en lo alto de una pequeña montaña desde la que domina la frontera entre España y Portugal. Su silueta, igual que pasa con el de Atienza, es bastante característica e impresiona un poco para aquellos que vienen desde España. Para ellos Marvão cabalga una inmensa roca que sobresale sobre un mar boscoso. La sensación de protección y poderío que debieron tener los señores del castillo sólo podemos intuirla, pero Marvão tenía fama de fortaleza inexpugnable.

 

Desde la carretera de Castelo de Vide (muy característica, con sus árboles pintados con una franja blanca que mejore su visibilidad nocturna) no impresionan tanto pero aparece como una atalaya privilegiada, reposando sobre una montaña de cumbre plana.

Hay varios aparcamientos, pero recomiendo dejar el coche fuera de las murallas, donde empieza la ruta que os pongo en el mapa. Os evitaréis problemas y posiblemente restricciones de tráfico. Creo recordar que cuando fui la última vez no se permitía el acceso de vehículos pero no sé si era algo temporal por festivales o algo permanente.

En cualquier caso, una vez que se entra en Marvão se debe subir por las calles adoquinadas de la villa. Es un paseo agradable, pero si hace calor y se sube a pie se puede hacer un poquito cuesta arriba.Con calma, que nadie os mete prisa.


Antes de entrar en el castillo hay varios jardines cuidados con el habitual mimo que los portugueses dedican a sus zonas verdes. Desde allí hay buenas vistas, aunque no son comparables con las que hay desde la fortaleza, como si fuesen una pequeña introducción de las que estamos por disfrutar.

El acceso al castillo se hace a través de una amplia calle adoquinada que te lleva a la puerta y te introduce en el primer recinto. Amplio, despejado, en tiempos de guerra podía dar cobijo a una buena guarnición y a los habitantes del pueblo.


Pasada la puerta del recinto interior la amplitud se termina y los caminos se vuelven estrechos. Dentro del recinto hay varios patios, algunos de los cuales se utilizan en verano para la realización de conciertos y otros actos al aire libre.

Las mejores vistas son desde la torre del homenaje. Desde ahí dominas hasta las montañas que hacen las veces de frontera con España y hasta mucho más allá de la cercana Castelo de Vide. Hacia el pueblo se ve el comienzo de las casas tras su iglesia.



Y para el final una pequeña sorpresa. Marvão tiene dos aljibes. Uno de tamaño mediano y otro enorme. Tan grande que hoy en día se utiliza como sala de exposiciones y conciertos. Para llegar a los aljibes los caminos están señalados, pero sin demasiada visibilidad. Si veis acanaladuras en el suelo podéis seguirlas porque se utilizaban para llenar las cisternas. Con un poco de suerte los encontraréis iluminados y podréis ver como son. Si no la tenéis, una ténue penumbra y la linterna del móvil os podrán dar una pista de sus dimensiones.

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La Alberca (Salamanca, Castilla y León), un pueblo de cuento de hadas

sábado, 27 de abril de 2019

 

España esconde muchos pueblos singulares. Pequeñas joyas arquitectónicas que son más o menos conocidas y donde el tiempo, al menos en lo que al urbanismo se refiere, parece haberse detenido.
Y en Salamanca está uno de los pueblos más espectaculares de España, La Alberca, muy cerca de Peña de Francia.

Las casas de La Alberca tienen un diseño muy reconocible, con paredes de adobe reforzadas con varios maderos diagonales y verticales. Otros pueblos de las cercanías, como Mogarraz (visita pendiente), siguen este mismo diseño. Las calles son estrechas y a menudo sombrías, lo que hace que en días fríos se agradezca el refugio que suponen contra el viento y que en verano las casas estén más frescas.

 

La comarca de la Sierra de Francia ha estado poblada desde antes de la llegada de los romanos, conservándose restos de un castro prerromano donde está el pueblo (y que no he visto porque no sabía que existía)

Durante la Edad Media Alfonso IX de León ordenó la repoblación de estas tierras. Una parte de los colonos eran de origen francés y de ahí el nombre de la comarca. Tal vez por ello La Alberca dependía directamente de la corona leonesa.

 

El culto mariano recibe un importante impulso al encontrarse la Virgen de la Peña de Francia, origen del actual santuario, y que se encuentra en lo alto del monte homónimo. Al estar relativamente cerca de la Ruta de la Plata, una parte de los peregrinos que iban a Compostela se desviaban para visitar a la Virgen.

La pujante Casa de Alba tomó posesión de La Alberca y de Granadilla durante el siglo XV, gracias al favor de Juan II y de Fernando el Católico. En este momento La Alberca pasa a estar bajo jurisdicción de Granadilla, aunque con gran autonomía y logrando el control de Las Hurdes. Esta comarca fue famosa por su miseria a finales del XIX y principios del XX. La realización de documentales denunciando sus condiciones hizo que mereciese cierta atención por parte de los gobiernos de la época, con un éxito relativo puesto que la despoblación de la zona no parece haberse frenado.

 

En 1940 el extraordinario casco urbano de la villa mereció que La Alberca fuese el primer municipio español convertido en Monumento Histórico-Artístico.

Y no es para menos. Aparte de sus casas, verdaderamente espectaculares, hay algunos monumentos que destacan, como su iglesia con su campanario en forma de torreón o la ermita del Cristo del Humilladero, en la puerta de Salamanca o la de San Antonio.


Y por supuesto, el Valle de las Batuecas, sitio histórico de gran belleza y donde se encuentra un convento carmelita. La curiosidad de este valle es que el acceso natural al mismo es desde la provincia de Cáceres y no por la de Salamanca, a la cual pertenece.

La gran cantidad de templos cristianos se refleja en las fiestas locales, como la del Ofertorio en honor de la Virgen, o las varias romerías. Pero también en las inscripciones religiosas de las puertas de muchas casas o en Las Calaveras

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Sigüenza (Guadalajara, Castilla-La Mancha), la guardiana del Henares

jueves, 25 de abril de 2019

 

Sigüenza es otro de esos pueblos medievales que abundan en la mitad norte de la península, de cuando la Reconquista era cosa seria. Aunque la ciudad en sí no es del todo conocida, sí que lo es el apellido Sigüenza, que es relativamente frecuente en España.

Sigüenza es un festín para los ojos. Dispone de una concatedral que preside una plaza rodeada de soportales y desde la que parte una calle que sube hasta el castillo, que actualmente es Parador Nacional. Estos tres elementos son lo más espectacular de la ciudad (tal es su título), pero no son ni mucho menos lo único que merece la pena ver.

Murallas de Sigüenza

Sigüenza dispone de un casco histórico que merece mucho la pena visitar. Sus calles ofrecen innumerables rincones para el aficionado a la arquitectura o a la fotografía. Casas que parecen tener siglos a sus espaldas y que lucen como el primer día.

En tiempos Sigüenza fue un lugar importante. Su situación, en el valle del Henares, la hace controlar una de las principales rutas de comunicación de la península. Por ejemplo, igual que Daroca, está en uno de los caminos que unen Madrid con Barcelona. Y en la ruta más directa a Zaragoza, la otra capital de la Corona de Aragón.
 
Plaza Mayor y Catedral

Pero la historia de la ciudad comienza mucho antes y hay evidencias de poblaciones antes de la llegada del Imperio Romano, tanto cerca de la ubicación actual como en lugares cercanos, como el castro de Castilviejo. Ya era importante para los celtíberos y fue asediada por el cartaginés Aníbal. Para los romanos también era importante porque la calzada que unía Zaragoza con Mérida pasaba por aquí. La diócesis fue fundada en primer término durante la ocupación visigoda o tal vez en los últimos tiempos del Imperio.

 
Castillo de Sigüenza (Parador de Turismo)

Como casi toda la península Sigüenza fue ocupada por los invasores árabes, que construyeron una alcazaba para guardar el valle del Alto Henares. Tras la conquista cristiana se recuperó la diócesis y se construyó su imponente catedral, finalizada siglos después, y la alcazaba fue reformada para darle su aspecto actual. La Reconquista fue un período complicado para la ciudad puesto que estaba en zona fronteriza y sufrió ataques de uno y otro lado debido a su valor estratégico. La plaza que está enfrente de la catedral fue construida por el futuro Cardenal Mendoza, que llevó a la ciudad a su máxima prosperidad. Por bula de este cardenal Juan López de Medina fundó la Universidad de Sigüenza, que desaparecería durante el siglo XIX para integrarse en la de Alcalá.
 
Plazuela de la Cárcel

Durante la Guerra Civil Sigüenza quedó en el territorio controlado por la república y la guarnición de la ciudad, que no pertenecía al ejército regular fusiló al obispo. A finales de 1936 las tropas franquistas tomaron la ciuda y más tarde fue bombardeada por los republicanos. De estos episodios aún restan desperfectos y las huellas de los impactos de balas en las paredes de la catedral y otros edificios

Además de la catedral, la plaza y el castillo, destacan en Sigüenza sobre todo edificios religiosos, como numerosas iglesias y monasterios y algún humilladero, algún edificio civil como la Casa del Doncel o la antigua plaza mayor, de origen medieval y restos de las murallas de la ciudad. Este importante patrimonio le valió a Sigüenza la declaración de conjunto histórico artístico a mediados del siglo XX.

 
Castillo de Riba de Santiuste

Pero no sólo merece la pena visitar la capital municipal de Sigüenza. En su término municipal hay otros puntos de interés, como las Salinas de Imón o la población de Palazuelos, con su castillo y lo que queda de sus murallas (y que no visité porque estaba diluviando), el castillo de Riba de Santiuste o el castillo de Pelerina.

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Ruta por Guadalajara

Molina de Aragón (Guadalajara, Castilla-La Mancha), uno de los castillos más grandes de España

martes, 23 de abril de 2019


 

Guadalajara es una gran desconocida. Me avergüenza decir que hasta hace relativamente poco, finales de 2017, nunca había puesto el pie en esta provincia.

Así que con este voy a iniciar una serie de artículos sobre lugares de la provincia que merece la pena conocer para conformar una ruta que no va a ser ni mucho menos exhaustiva pero tal vez os llame la atención lo suficiente como para dedicarle una segunda mirada.

No soy muy optimista con respecto a esto. Si todo un premio Nóbel se hizo todo un "Viaje a la Alcarria" y escritores como Leandro Fernández de Moratín también pusieron de su parte, un blog como este, que no lee nadie, no va a cambiar la tendencia.Y empezaré por Molina de Aragón.


Molina de Aragón, a pesar de lo que indica su nombre, no es parte de Aragón. Sólo lo fue durante un par de cortos períodos durante los siglos XII y XIV. En la primera de esas ocasiones Alfonso el Batallador la conquistó y su heredero, pocos años después, la cedió a Castilla. En la segunda, durante nueve años y debido a una rebelión contra el señor recién nombrado por el Rey de Castilla, los molinenses ofrecieron la villa a Aragón. El asunto se resolvió con el matrimonio de una Infanta de Aragón con un Infante de Castilla y la vuelta definitiva de Molina a manos castellanas.


Molina ostenta el título de Muy Noble y Leal por su resistencia durante la Guerra de Independencia contra Francia. Fuera de eso, parece que su historia es bastante tranquila

Su edificio más destacado es el Castillo de Molina de Aragón, también conocido como Castillo de Molina de los Caballeros. Es un castillo-alcázar fundado por los andalusíes y tomado y reformado por aragoneses y castellanos. Tras el declive del Califato fue capital de una pequeña y efímera taifa. A día de hoy es el castillo más grande de la provincia y uno de los más grandes de España. Sus edificios principales están bien conservados, aunque la muralla requeriría un poco más de cariño en algunos tramos.

 

Lamentablemente cuando fui estaba cerrado y no pude visitar el recinto, pero desde el exterior su aspecto es impresionante.

Sería un error visitar el castillo y olvidarse de Molina. Aunque su casco antiguo tal vez no sea tan bonito como el de otros lugares tiene algunos puntos de interés como el Puente Viejo, que cruza el río Gallo, o el monasterio de San Francisco, que data del siglo XIII.


Sin embargo el lugar más conocido de la comarca no está en Molina de Aragón o en su término municipal sino en el vecino de Campillo de Dueñas, donde se ubica el Castillo de Zafra y donde se rodó una escena clave de la famosa serie "Juego de Tronos". Este castillo era dependiente del de Molina y a pesar de las apariencias era difícil de tomar.

Cuando Castilla y Aragón se unieron dinásticamente perdió su interés estratégico y perdió su importancia. Cayó en ruinas y los restos que quedaban fueron vendidos en el siglo XX a un particular, descendiente de los custodios del castillo, que invirtió la mayor parte de su fortuna en devolverle su antiguo aspecto.

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Ruta por Guadalajara

    Hervás (Cáceres, Extremadura): Una de las mejores juderías de España

    domingo, 21 de abril de 2019

     

    Cuando hablamos de Extremadura la gente tiende a pensar en esta tierra como en un lugar abandonado, plano y seco y aunque hay áreas de la comunidad que pueden responder a esta descripción no es demasiado cierta. Extremadura es en si misma un gigantesco lugar a descubrir. La aparición de Juego de Tronos ha puesto en el mapa algunos lugares como Los Barruecos o el centro histórico de Cáceres, pero hay mucho más.

    Hervás, por ejemplo, es la capital y puerta del Valle de Ambroz, cerca de Candelario, otro pueblo que veremos y que merece la pena ser visitado.



    Como pasaba con Pézenas, mucha gente pasa al lado de la villa por la autovía (la A-66 en este caso) y ni se plantea parar. Sólo otro pueblo extremeño al lado de la carretera.

    Pero Hervás tiene una historia larga y rica y un casco histórico con bastantes elementos de interés, como la llamada "calle más estrecha de España" (de lo que no estoy seguro) o su judería, que es lo que da fama a la población y una de las mejores de España.


    Al igual que Granadilla fue avanzada del Reino de León tras pasar el Sistema Central, esa cordillera que divide en dos la Meseta. Se fundó por templarios allá por el siglo XII dentro del esfuerzo de repoblación para consolidar la Reconquista en esos territorios.

    Tras la expulsión de los Templarios en el siglo XIII se construyó un castillo del que no queda nada o casi nada. Los judíos llegarían más tarde, durante el siglo XV, en un asentamiento al lado del río Ambroz que fue el origen de su judería.

     

    En un principio Hervás dependía de Béjar y después lo fue de Granadilla, hasta que hasta que Fernando VII reorganizó el país y fue cabeza de su jurisdicción, ya durante el siglo XIX, en 1816. Apenas diecisiete años después Hervás y sus territorios dependientes pasaron a ser parte de Cáceres.

    El centro histórico de Hervás fue declarado Conjunto Histórico Artístico a mediados del siglo XX, lo que aseguró su conservación hasta nuestros días. El estado de los edificios es, como suele ser en estos casos, una maravilla y un placer para el visitante. Llama la atención el rebocado en teja que exhiben muchas casas. Otras muchas son de adobe reforzado con vigas de madera, según la costumbre castellana.

     

    Su judería sigue el esquema típico de los barrios judíos de España: superficie pequeña donde los judíos vivían casi hacinados y donde las calles eran muy estrechas para poder ganar espacio para la construcción. Estos barrios, además, solían entrar un único acceso para poder confinar a toda la comunidad a capricho de los gobernantes locales. El barrio se encuentra en la zona baja, la más cercana al río Ambroz.

    En cuanto a los monumentos cristianos, la iglesia parroquial de Santa María, situada donde estuvo el castillo y donde se conservan algunos vestigios de la muralla y el antiguo convento de los trinitarios llaman la atención. Son edificios bastante grandes teniendo en cuenta la población de la villa. No fueron las únicas propiedades eclesiásticas ya que el ayuntamiento se encuentra en lo que fue la enfermería de un monasterio franciscano del siglo XVII.

     

    Estos edificios son testimonio de su prosperidad en tiempos medievales. Esta prosperidad se debía al hecho de ser la última parada en la Vía de la Plata antes de ascender hacia Béjar. Además la Vía de la Plata era la frontera entre los Reinos de León y Castilla en esta zona, lo que la convertía también en ciudad fronteriza.

    Hoy en día el principal motor económico de la villa es el turismo, que aprovecha la belleza del Valle de Ambroz y la cercanía al mucho más conocido Valle del Jerte. A este valle se puede acceder a través del puerto de Honduras por la CC-102, que termina cerca de Cabezuela del Valle. Es una vía que tiene muy buenas vistas sobre las sierras y valles de la zona (Tormantos, Béjar y Candelario, Las Hurdes...) y discurre entre bosques de rebollo y castaño, hasta llegar a los primeros huertos de cerezo del Jerte.

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    Aínsa (Huesca, Aragón), una fortaleza al pie de los Pirineos

    viernes, 19 de abril de 2019

     

    Ya había hablado en post anteriores acerca de la carretera N-260 y de las muchas cosas que están en su recorrido o a una distancia relativamente cercana. Es una carretera que va de Port-Bou (Girona) a Sabiñánigo (Huesca) y que también recibe el nombre de Eje Pirenáico.

    Y creo que también había mencionado que las comarcas del norte de Huesca, Jacetania, Sobrarbe y Somontano están entre mis comarcas preferidas de España, cunas del primitivo Reino de Aragón.


    Bueno, pues Aínsa, la ciudad que vamos a ver en este post es la capital del Sobrarbe y forma parte de la Asociación de los Pueblos Más Bonitos de España, que sale regularmente por aquí.

    Aínsa se encuentra a orillas del Río Cinca, y con unas vistas tremendas a la montaña que la rodea, siendo Peña Montañesa el punto más destacado. El entorno de la villa es ciertamente privilegiado, con la naturaleza en todo su esplendor.

    Peña Montañesa desde Aínsa

    Aunque la leyenda dice que Aínsa fue arrebatada a los musulmanes por Garci Ximénez no parece que estos hayan llegado tener asentamientos en la comarca.

    Aínsa fue parte de la línea defensiva que protegía al condado de Sobrarbe, de donde era capital y que en aquella época pertenecía al Reino de Nájera-Pamplona, del que más adelante se independizaría Aragón. La falta de recursos del condado hizo que se aprovechase hasta la iglesia como parte de su entramado defensivo.


    Pero la Reconquista no duró mucho en estas tierras y Aínsa pronto perdió sentido desde un punto de vista militar. En estas condiciones es casi milagroso que nos haya llegado algo de su castillo, que ha sido reformado en numerosas ocasiones entre los siglos XI y XVII. No queda casi nada del edificio original.

    El siglo XX fue problemático para Aínsa y su comarca puesto que muchas de las tierras de labor del fondo de los valles se perdieron anegadas en los embalses que se construyeron para garantizar el regadío del Valle del Ebro y la generación eléctrica. Los ayuntamientos que rodeaban Aínsa perdieron población rápidamente y finalmente fueron integrados en su término municipal, que pasó a llamarse Aínsa-Sobrarbe. El peso que un día tuvieron la agricultura y la ganadería fue reemplazado por el turismo que explota la belleza natural del Pirineo Aragonés. Varios parques naturales, como el Parque Nancional de Ordesa y Monte Perdido o el de Sierra de Guara, dinamizaron la economía de Aínsa.

     

    Es relativamente fácil aparcar en Aínsa. En las cercanías de la N-260 es difícil encontrar sitio pero tanto al otro lado del puente como en la Plaza del Castillo, a la que se llega rodeando el casco histórico (este sí, vetado al tráfico) suele haber plazas libres.

    Resuelto el problema del aparcamiento sólo nos queda pasear por Aínsa. Y si aparcáis por donde lo hice yo tendréis que cruzar el puente. No es bonito, uno de esos horribles puentes modernos de hormigón, pero tiene unas vistas inmejorables sobre el Cinca, que es realmente bonito. Río arriba podréis ver a la derecha Peña Montañesa y enfrente la parte vieja de Aínsa.

     

    Cerca del puente hay una entrada desde la que suben varias calles que desembocan en la parte alta, donde están la iglesia y el castillo. Las calles están bien arregladas y se conserva la arquitectura de la zona, lo que le valió la declaración de Conjunto Histórico Artístico. Como podéis ver en las fotos Aínsa es realmente bonita. No me digáis que no os gustaría tener alguna casa como esas. O tener alguna de esas casas, directamente.

    Por las calles de Aínsa hay decenas de restaurantes que ofrecen al visitante la gastronomía típica de la zona y aprovechan la belleza de sus calles. No comeréis en muchos lugares más bonitos.

     

    La Plaza Mayor está asoportalada y es muy amplia. En en el extremo opuesto al castillo se ve la iglesia de Santa María, con su imponente torre, de las mayores torres románicas de Aragón y con elementos defensivos como saeteras. No está exactamente en la plaza, pero casi.

    Y en el lado oriental del casco antiguo hay acceso a un balcón desde el que tendréis las mejores vistas de Peña Montañesa y del Cinca. No sé como es el sitio con sol y nieve, pero con sol y sin ella ya era espectacular. Queda pendiente para otra visita.


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    Granadilla (Cáceres, Extremadura): Una ciudad medieval expropiada

    miércoles, 17 de abril de 2019


    Aunque en España, en general, se suele respetar el patrimonio hay algunas aberraciones de difícil explicación y aún peor justificación. Granadilla es el ejemplo paradigmático de estos casos.

    Hasta mediados del siglo XX Granadilla, al norte de Cáceres, era fácilmente la ciudad medieval mejor conservada de España. Y la más espectacular de las que conozco por mucho. Y entonces llegó el progreso. O mejor dicho, una versión torticera del mismo apoyada en cálculos erróneos.


    Granadilla fue expropiada y su término municipal extinguido para la construcción de un embalse, el de Gabriel y Galán. Como solía pasar en esos casos los vecinos fueron desalojados y recibieron una magra compensación por sus tierras y casas. Granadilla era capital de su comarca y de su partido judicial. Creo que nunca en la historia de España se expropió una población de similar importancia.

    Y Granadilla jamás fue alcanzada por las aguas. Ni siquiera en los años de mayor volumen embalsado porque incluso la parte más baja de sus muros cuenta con un buen margen en cota con respecto a la máxima capacidad.

     

    Pero el daño ya estaba hecho. Sin nadie que las mantuviese, las casas fueron reduciéndose a un montón de escombros. A pesar de que tan sólo unos años después de descubrir que Granadilla jamás se inundaría se empezo a trabajar en la recuperación de las casas, el alcance de estos trabajos distaba muchísimo de lo necesario para evitar su ruina total. Hoy es un pálido reflejo de lo que debió ser en su día.

    La parte reconstruida de Granadilla es su calle principal, su ayuntamiento y algunos edificios más. Se mantiene la iglesia y se han consolidado sus murallas, pero Granadilla es un monumento a la dejadez y la incompetencia, como puede serlo Belchite pero aún peor, porque ninguna guerra y ningún dogmatismo político causaron su ruina. Y todo tenía una solución relativamente sencilla.

     

    Granadilla fue fundada como un puesto de avanzada para proteger la frontera del avance del Reino de León, allá por el siglo IX. Finalmente, en el siglo XII Granada, que así se llamaba entonces, cayó en manos leonesas, que la reforzaron para proteger su frontera, uno de los pocos bastiones al sur del Sistema Central. Pocos años después fue cedida a la Orden de Santiago. Siglos más tarde volvería a manos de la Corona y su influencia era tal que llegó a tener voto en Cortes a partir de principios del siglo XIV. En el siglo siguiente Granadilla pasó a la Casa de Alba, con quien prosperó y quien ordenó la construcción de su castillo. La importancia de Granadilla durante este período era tal que su señorío comprendía diecisiete municipios, incluyendo La Alberca, que ya conoceremos.

    Por esta época y para evitar confusiones, Granada recibió el nombre oficial de Granadilla tras la conquista del último reino musulmán de la península, aunque hasta el siglo XIX fue el nombre que el concejo siguió utilizando en sus papeles.


    Granadilla perteneció a la Casa de Alba hasta la Desamortización, momento en que se deshacen de todas sus posesiones en la villa, excepto el castillo, pasando muchas de ellas a manos de la familia Giménez, que las retendrían hasta la construcción del embalse, que recibe el nombre de Gabriel y Galán, un poeta de la región emparentado con los últimos descendientes de los Giménez.

    Veinte años después de la expropiación fue declarado Conjunto histórico-artístico y cuatro años más tarde incluída en el Programa de Recuperación de Pueblos Abandonados. Y por lo que se ve, tras treinta años de reconstrucción, no parece que el programa haya servido de gran cosa. De hecho, hasta parece que la intervención en algunas de las casas no fue nada afortunada, ya que no se respetaron los edificios originales.

     

    Por ejemplo, la Casa de las Conchas era la más grande de la villa. Pues bien, de ella sólo queda la fachada porque tras la inclusión en el Programa se utilizó parte de su solar para construir una pista deportiva y hasta corrales. Increíble.

    O la Casa de los Arcos, que es la unión de varias casas más pequeñas y cuya estructura es, por tanto, una invención de los encargados de su "recuperación". Tampoco el castillo se libró. Su ruinoso estado mereció una intervención urgente que no fue muy respetuosa con el edificio original.

    El único edificio de Granadilla que no pasó a ser propiedad de la Confederación Hidrográfica es la iglesia parroquial, que sigue perteneciendo a la diócesis de Coria-Cáceres. No sé si es por cosa suya, o por la restauración, pero es un edificio alto que antaño estuvo entre casas y hoy parece estar en mitad de un descampado.


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    Gormaz (Soria, Castilla y León): La fortaleza más grande de Europa

    lunes, 15 de abril de 2019



     

    Tradicionalmente los castillos han dominado amplias regiones desde sus atalayas en lo alto. Esto, unido a su arquitectura le dan un aspecto colosal y uno imagina a sus moradores sintiéndose los amos del mundo viendo las amplias extensiones de terreno que controlaban desde su atalaya.

    Pero muchos de estos castillos palidecen ante la majestuosidad del Castillo de Gormaz, en Soria.

    Gormaz ha estado ocupado desde la prehistoria. Se han encontrado restos de moradores prehistóricos y casi cada civilización que ha pasado por esas tierras ha construido algo en la cima del cerro. Celtas, romanos, visigodos, árabes, castellanos...

     

    Durante la Reconquista la zona de Gormaz era frontera. Los musulmanes construyeron un pequeño castillo aquí que sería tomado por los cristianos. Controlando las rutas del Duero y siendo parte importante de la defensa de Medinaceli, entonces una importante ciudad del Califato de Córdoba, fue profundamente reformado tras ser recuperada por las tropas califales en el siglo X y se convirtió en su momento en la fortaleza más grande de Europa, con un perímetro de 1200 metros y casi medio kilómetro de punta a punta.

    Posiblemente diréis que hay ciudades cuyas murallas son mucho más grandes (Lugo, por ejemplo) y es verdad, pero eso son ciudades amuralladas y no un castillo construído en medio de la nada, sin casas que proteger dentro de sus defensas.

     

    Sin embargo, antes de que terminase el siglo los leoneses conseguirían tomar el castillo tras varios intentos, aunque lo volverían a perder y no sería hasta 1060 cuando Gormaz pasó a ser definitivamente cristiana tras ser tomada por Fernando I de León. Uno de los señores de Gormaz sería Rodrigo Díaz de Vivar, el Cid.

    La última función del castillo antes de su abandono fue la de prisión, una vez que su importancia estratégica desapareció.


    La fundación del pueblo ocurre en esta época. Dentro del plan de reploblación y consolidación de estas tierras se fundó la Comunidad de Villa y Tierra de Gormaz, aunque el pueblo nunca llegó a ser una población de importancia y ya durante el Censo del Marqués de Floridablanca su población se superaba por poco las 100 personas.

     

    A pesar de ello Gormaz contó con dos iglesas y una ermita, la de San Miguel, del siglo XI y que está clasificada como monumento. Hay una curiosidad sobre esta ermita, y es que tiene elementos que proceden de una iglesa ya desaparecida, la de Santiago. También se encontraron pinturas de gran valor de estilo románico, parecidas a las de San Baudelio, que ya veremos en otro artículo. El descubrimiento de estas pinturas fue fortuito, tras desprenderse parte del estucado

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    Caracena (Soria, Castilla y León): Entre dos cañones y un castillo

    sábado, 13 de abril de 2019

     
     

    Un tema recurrente dentro de los conductores españoles es lo aburrido que resulta recorrer Castilla y León. Y es que recorrer esta comunidad por autopista es, en muchos casos, un soberano coñazo.

    Pero Castilla y León tiene lugares maravillosos en cuanto empezamos a escarbar en la superficie. Paisajes extraordinarios, lagunas misteriosas, angostos desfiladeros y vistas magníficas. Castillos medievales y monasterios milenarios.

     

    Y pueblos. Pueblos como Covarrubias o Lerma, con mucha historia, mucho que contar y mucho que ver. Y si nos salimos de estos pueblos más conocidos y más turísticos siguen quedando un montón de pequeñas poblaciones para ver. Un patrimonio histórico extraordinario, muchas veces abandonado, y otra veces en uso y buen estado y sin adulterar por "puestas en valor" hacia los turistas que no siempre son afortunadas. Castilla debe ser recorrida por carreteras nacionales o de menor categoría.


    Uno de estos maravillosos pueblos desconocidos es Caracena, en Soria, cerca de El Burgo de Osma. Es uno de esos lugares tan perdidos, tan aislados y tan sumamente olvidados que la única forma de enterarse de que existen es investigando mucho o teniendo amigos como Xosema, un auténtico fan de Castilla y León y sobre todo de la parte oriental de la comunidad.



    Caracena es uno de esos pueblos que agonizan con el envejecimiento y éxodo de la población rural. Lugares que es mejor visitar ahora por si más adelante es demasiado tarde. En el caso de Caracena, por ejemplo, 15 almas mantienen vivo al pueblo (2018), formando parte de esa región a la que se da en llamar la Laponia española debido a que su densidad poblacional es similar a la de aquella región escandinava.

    Situado en la confluencia de dos cañones calizos de enorme belleza Caracena está compuesto por unas decenas de casas que serpentean en la ladera de un promontorio coronado por un castillo. Son casas humildes, de arquitectura castellana, con paredes de adobe y cubiertas por teja.


    Entre estos edificios se encuentran dos iglesias, la de Santa María, del siglo XII, y la más modesta de San Pedro, también de ese siglo. San Pedro se encuentra donde termina el pueblo, a los pies del castillo. En los capiteles se hayan representadas algunas escenas.

    En el pasado Caracena tuvo mayor importancia. Siendo parada de la Ruta de la Lana, un ramal del Camino de Santiago que unía Burgos con Cuenca, Valencia y Alicante, la defendieron con un castillo que cerraba el paso que discurría entre los dos cañones. Caracena estaba entonces amurallada, aunque escasos restos quedan de la misma. A ella se entraba por el Puente Cantos, en la parte baja de la villa. Más arriba se encuentra su plaza, donde un rollo barroco indicaba la jurisdicción que allí regía. Caracena disponía de cárcel y de hospital de pobres.


    Para visitarlo debemos dejar el coche al lado de la iglesia de San Pedro, y llegamos al castillo tras una corta pero empinada cuesta. Es un castillo muy fotogénico, a pesar de su estado de total ruina y abandono. Parece sacado de alguna escena de Juego de Tronos. También fue edificado en del siglo XII, aunque fue demolido por orden de los Reyes Católicos tras un conflicto con el señor de Caracena y reedificado por Alfonso Carrillo de Acuña, el nuevo señor a finales del XV. Aunque se puede visitar parcialmente atravesando por un agujero en el muro perimetral no recomiendo entrar en él debido al riesgo de desprendimientos.

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