Gran Canaria (II): Una ruta por el interior

sábado, 3 de noviembre de 2012

Cruce de caminos
Dunas de Maspalomas


La Laguna de Maspalomas (Gran Canaria, España)
La Laguna de Maspalomas


Carretera a Maspalomas (Gran Canaria, España)
Carretera a Maspalomas


Degollada de la Yegua (Gran Canaria, España)
Degollada de las Yeguas


Fataga (Gran Canaria, España)
Fataga


El valle de las mil palmeras (Fataga, Gran Canaria)
El valle de las mil palmeras


San Bartolomé de Tirajana (Gran Canaria, España)
San Bartolomé de Tirajana


La Plata (Gran Canaria, España)
La Plata


Cumbres de Gran Canaria
Cumbres de Gran Canaria


Subiendo al Roque Nublo (Gran Canaria, España)
Subiendo al Roque Nublo


El turismo es un gran invento (Gran Canaria, España)
Subiendo al Roque Nublo


El Roque Nublo (Tejeda, Gran Canaria)
El Roque Nublo


El Pico de las Nieves (Gran Canaria, España)
El Pico de las Nieves


Roque Nublo, Roque Bentayga, Teide
Roque Nublo, Roque Bentayga, Teide


La vertiente norte
Roque Nublo y Pico de las Nieves


Y al fondo, Las Palmas
Y al fondo, Las Palmas


Ashes to ashes
Montañón Negro


Yo contra el volcán
Montañón Negro


El occidente desde Vega de San Mateo
El occidente desde Vega de San Mateo


Volcano
Caldera de los Pinos, Fontanales


Aunque Gran Canaria tiene mucho, muchísimo para ver y muchos lugares interesantes como el barranco de Guayadeque, la Playa de las Canteras en Las Palmas o la Caldera de Bandama nuestro recorrido por la mayor de las Islas termina con esta ruta.

Normalmente la gente que visita Gran Canaria se queda en los hoteles de la zona de playas del sur, entre Maspalomas y Mogán y sólo algunos viajeros con más curiosidad se acercan hasta el Roque Nublo o el Pico de las Nieves, dos de los puntos más elevados de la isla.

Para mi, personalmente, esta ruta fue lo más interesante de mi estancia ya que los paisajes y el cambio de vegetación e incluso en las formas del terreno son una auténtica maravilla. Cuando los isleños dicen que viven en un continente en miniatura no les falta algo de razón ya que en esta ruta atravesaremos desiertos y también bosques para terminar en una parte que se parece sospechosamente a Galicia.

Ya que la mayor parte de los turistas se concentra en Maspalomas empezaremos por ahí. Maspalomas no es un ayuntamiento, si no que pertenece al de San Bartolomé de Tirajana, el tercero más extenso de las islas y el municipio de España donde se realizan más pernoctaciones (más que Madrid o Barcelona, por ejemplo).

En este municipo se concentra la mayor parte del turismo, aprovechando que tiene un clima excelente para la playa durante todo el años y el atractivo cada vez más menguante de las Dunas de Maspalomas, actualmente rodeadas por un cinturón de hoteles, campo de golf, urbanizaciones y demás establecimientos que están matando su gallina de los huevos de oro particular... lo que es un desastre porque el municipio lleva muchos años con enormes problemas económicos y el turismo de sol y playa isleño da muestras de agotamiento.

Las Dunas han perdido altura y extensión ya que se ha llegado a construir sobre terrenos que antes formaban parte del campo dunar y se han perdido muchas de las zonas que aportaban áridos a las mismas. La laguna ha tenido que ser protegida después de haber registrado una pérdida sensible en su extensión y en tiempos fue un gran santuario de vida salvaje.

Tomaremos la carretera del interior para subir hacia el Roque Nublo, pero de camino veremos que al ganar altura tendremos alguna panorámica del océano, cada vez más a lo lejos y un terreno seco y desértico rodeará la carretera. Paisajes que parecen sacados de una road movie norteamericana serán nuestra compañía los siguientes kilómetros.

La primera parada será la Degollada de las Yeguas, donde hay un mirador que nos permitirá ver con tranquilidad el barranco de Fataga, sin miedo a que un coche nos embista (la carretera no es demasiado ancha). El paisaje desde aquí es espectacular. Las fotos no le hacen justicia. Merece la pena pararse aunque sólo sean cinco minutos y recrearse con los caminos, los palmerales, las quebradas, toda la roca pelada y la vegetación de ambientes desérticos que arraiga aquí y allí.

Ya de vuelta a la carretera, comenzamos a bajar por el valle hacia Arteara, uno de los lugares más interesantes en los que NO he parado. Gran error por mi parte: llegaba tarde a una sesión de fotos (y que para más inri me pospusieron al día siguiente) y lo descarté.

Arteara es una de las mayores necrópolis de los canarii que poblaron la zona antes de que las tropas al servicio del Rey de Castilla que comandaba Jean de Bethencourt pisaran estas islas. Hay incluso algún fenómeno astronómico que explica que se estableciesen aquí, más allá del oasis de palmeras. Y es que una vez al año, durante uno de los equinoccios, un rayo de sol da directamente contra un túmulo conocido como La tumba del Rey.

Sobre el oasis, lamento muchísimo no tener ninguna foto, pero Street View soluciona el problema, decir que da sobrenombre a toda la zona ya que se la conoce como "El valle de las mil palmeras".

Fataga da nombre a este barranco y tengo entendido que es una de las poblaciones más antiguas de las islas. Actualmente es candidata a formar parte de la lista de Patrimonio de la Humanidad porque conserva la arquitectura tradicional canaria que se ha perdido en demasiadas partes. También se produce vino en sus tierras, que se puede comprar en varios establecimientos y casas particulares. No tengo ni idea de cómo es, pero si alguien lo ha probado le agradecería un comentario.

Y pronto llegamos a San Bartolomé de Tirajana, la capital del municipio y que es un pueblecito de montaña que no tiene mucho que ver con Maspalomas, mucho más cosmopolita y una ciudad de pleno derecho.

Pero las vistas desde aquí, sobre todo desde el mirador que se encuentra en la parte alta del pueblo, son un auténtico espectáculo, con la pared que se eleva al norte cayendo hacia el mar, a una escala que hace que uno se sienta muy pequeñito.

 A medida que nos vamos acercando a la parte más alta de la isla vemos que el terreno se suaviza y aunque no deja de ser montañoso y con mucha ondulación y algunos riscos de importancia lo cierto es que es mucho menos escarpado de lo que habíamos visto hasta ahora. Hay que tener en cuenta que Gran Canaria es un enorme montón de escombro que proviene del colapso de un enorme estratovolcán hace dos millones de años y eso lo podemos ver cada kilómetro que avanzamos. Según creo haber leído por algún lado en sus tiempos llegó a tener una altura de unos 5000 metros. Lo más alto en la actualidad es el Pico de las Nieves, a unos 1949 msnm.

Y el terreno pelado que hemos conocido hasta ahora empieza a ser sustituido por un bosque de pino canario que fue plantado a mediados del siglo XX en un intento por dinamizar la economía de las islas.

Antes de llegar al Roque Nublo podemos bajar a ver el Roque Bentayga (yo no lo hice), que fue un lugar sagrado para los antiguos guanches.

No se puede llegar a Roque Nublo en coche. Hay que dejarlo en un aparcamiento a kilómetro y medio y luego avanzar por un caminito bastante transitado. Son muchos los turistas que vienen hasta aquí y muchos los isleños que vienen a hacer deporte por estas laderas. Las vistas por todo el camino, hasta llegar al mismo Roque son preciosas y se extienden por casi toda la isla, menos hacia el sureste y este que están ocultos tras la masa del Pico de las Nieves. Incluso se puede ver el Teide, a lo lejos en el mar, hacia el oeste. Visita imprescindible.

El Roque en si mismo es una columna de 40 metros de roca que han sobrevivido al colapso del que os hablé antes y que ahora se yergue orgulloso sobre el paisaje circundante, como una especie de faro visible desde muchos puntos de Gran Canaria. Es uno de los mejores miradores de la isla, tal vez el mejor.

El Pico de las Nieves recibe este nombre porque en el siglo XVIII la iglesia lo explotaba comercialmente para aprovechar la nieve que caía a veces en invierno. Aún se conservan algunos neveros donde se acumulaba el hielo que luego era extraído y vendido en Las Palmas como helados. Debido a una mala traducción también se extendió el topónimo "Los Pechos" para referirse a este pico.

En el bosque que le rodea es normal que los canarios vengan a comer los domingos, en plan picnic de fin de semana. La verdad es que cuando fui estaba bastante transitado.

Y de aquí comenzamos a bajar y nos damos cuenta del cambio que hay en el paisaje, con la parte occidental más escarpada y desértica y la parte oriental y septentrional más verde y suave, cubierta de bosques y motas de laurisilva que parecen querer retomar su antigua preponderancia.

Mientras vamos hacia moya pasaremos por el parador de Cruz de Tejeda, donde también va mucha gente. Este parador es una especie de punto neurálgico donde se cruzan las carreteras que vienen del norte, de la capital, el este de la isla y también las que vienen de Tejeda y La Aldea, al oeste... y los que proceden del sur, como nosotros. Así que aquí se cruzan la mayoría de los que atraviesan la isla en lugar de rodearla... o los que simplemente se acercan por las vistas.

Desde aquí al Barranco del Laurel las carreteras están prácticamente desiertas. Muy pocos coches pasan por ellas, lo que nos permite pararnos con más tranquilidad y disfrutar de las vistas, viendo el Roque Nublo arriba, a lo lejos, dominando el paisaje con su presencia.

Y de camino, una sorpresa: una zona volcánica muy bien conservada que incluye el Montañón Negro, que es una acumulación de picón volcánico desde el que sale el río de lava conocido como "Malpaís".

Y un poco más adelante está la Caldera de los Pinos, en Fontanales (Moya). Se trata de un pequeño cráter volcánico con un mirador tanto hacia el interior del cráter como al noreste de la isla, con Las Palmas al fondo. Se supone que aquí está el pino más grueso y longevo del archipiélago, pero yo no lo he visto. Lo he leído por aquí (es difícil encontrar información sobre este lugar).

Fontanales fue, en tiempos, una población eminentemente agrícola y ganadera, pero actualmente ha perdido buena parte de su población y se trata de salir adelante gracias al turismo rural, muy poco explotado en la isla. Su nombre procede de la cantidad de fuentes que había, pero parece que la sobreexplotación de los acuíferos causó bastante daño a la zona, llegando a aparecer indicios de desertización.

Una cosa que me llamó la atención de Moya es que tiene partes que se parecen tanto a Galicia que yo, si me llevan allí sedado y me dejan en el sitio, pensaría que estoy en mi tierra: hay hasta las mismas especies vegetales que conozco de toda la vida. Para mi fue muy sorprendente esto.

Y finalmente llegamos al Barranco del Laurel. Aviso que es una carretera muy estrecha por la que no pasan dos coches al mismo tiempo. Me crucé con uno y para encontrar un sitio donde poder pasar tuvimos que hacer filigranas.

Es un tramo de como mucho un par de kilómetros de laurisilva que a mi me decepcionaron un poco, porque no pasa de ser más que un matorral. Si algún día los bosques de Doramas, el caudillo guanche que resistió en estas tierras a los invasores castellanos, tuvieron grandeza esta se ha perdido irremediablemente. Una lástima. Para mi una gran decepción.


El Mapa
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Gran Canaria (I): La costa occidental

miércoles, 12 de septiembre de 2012

Fred Olsen
Puerto de Agaete


Puerto de Agaete (Gran Canaria, España)
Puerto de Agaete


El Dedo de Dios
El Dedo de Dios


Muelle de Agaete
Muelle de Agaete


El Risco de Agaete (Gran Canaria, España)
El Risco de Agaete


La Guagua (Gran Canaria, España)
La Guagua


La playa de El Risco (Gran Canaria, España)
La playa de El Risco


Paisaje Occidental (Gran Canaria, España)
Paisaje Occidental


Menudo sitio para quedar atascado
Menudo sitio para quedar atascado


Saliendo de la Aldea de San Nicolás (Gran Canaria, España)
Aldea de San Nicolás


El valle de La Aldea de San Nicolás (Gran Canaria, España)
Aldea de San Nicolás


Hacia Mogán (Gran Canaria, España)
Hacia Mogán


Restaurantes turísticos (Mogán, Gran Canaria)
Puerto de Mogán


Salida del Puerto de Mogán (Gran Canaria, España)
Puerto de Mogán


Puerto Rico (Gran Canaria, España)
Puerto Rico


Cuando la gente visita Gran Canaria piensa en irse unos días a un hotel, dejar sus cosas y meterse en la playa más cercana. En nuestro imaginario colectivo Canarias es una inmensa playa en la que siempre hace buen tiempo. Y como suele pasar en la imaginación, esto no tiene por qué ser así.

Mucha de la gente que visita Gran Canaria por primera vez se siente fuertemente decepcionada por lo que va a encontrar, ya que tal vez imaginan playas paradisíacas al estilo de las del Caribe o están demasiado sugestionado por el sobrenombre de "Islas Afortunadas" que acompaña al archipiélago.

Y la verdad, para ser honestos, la mayoría de las playas grancanarias son bastante normalitas, por no decir que son malas: las que tienen arena están atestadas de turistas y las que no... pues no tienen arena: son roca y grava (y son la mayoría).

Hasta ahora, cualquiera que me lea puede pensar que odio Gran Canaria y esto no es así. Gran Canaria me parece todo un descubrimiento. Es mucho más alucinante de lo que podía imaginar y mucho más variada de lo que me habían contado. No en vano, los lugareños dicen que Gran Canaria es un continente en una isla. Y es cierto.

Hoy vamos a recorrer una de las carreteras que más me ha acojonado en mi vida y que comunica Agaete con el Puerto de Mogán, todo el tramo de costa que no está unido por autovía a la capital insular. Hoy vais a descubrir la costa occidental desde la GC-200.

Gran Canaria está comunicada por costa por dos autovías que abrazan a la isla partiendo de la capital: la GC-2, que une Las Palmas con Agaete, que es el puerto de salida a Tenerife y la GC-1 que la une con las localidades de turismo de playa del sur como  Playa del Inglés o Maspalomas, en San Bartolomé de Tirajana, el municipio español con más pernoctaciones (más que Madrid o Barcelona, con todo lo que eso supone) y con Mogán y Arguineguín.

Para llegar a Agaete desde el aeropuerto tenemos que tomar la GC-1 hasta Las Palmas y una vez allí la GC-2 hasta su finalización. La GC-2 deja de ser autovía y se convierte en la GC-200 que vamos a seguir durante bastantes kilómetros.

Agaete es un lugar que me habían dicho que no merecía mucho la pena: triste y aburrida y con muy poco turismo y que además había perdido su principal atractivo turístico, el llamado Dedo de Dios. Pues para mi de triste y aburrido nada. El paisaje que tiene es alucinante y es un lugar tranquilo para pasar un día sin ajetreos. Eso sí, playa de grava.

Desde aquí continuamos todo por la costa. Los paisajes son alucinantes y es uno de los tramos de costa más bonitos que conozco.

Como podéis ver por las fotos se trata de una costa llena de acantilados y barrancos. Os garantizo que no hay ninguna que le haga justicia: son unos riscos escarpados y verticales que impresionan y tanta es la altura y tanta la pendiente que la carretera se cierra los días de lluvia.

Imaginad la de agua que pueden recoger esas vertientes y la velocidad a la que pueden caer al asfalto. E imaginad los desprendimientos que pueden provocar: aquí no hay vegetación que sostenga el suelo, así que las piedras están siempre a un paso de caerse.

Uno no sabe cómo se las apañan los de El Risco o Tirma para ir a trabajar. Debe ser un lugar muy solitario para vivir ya que sólo cuentan con esta carretera para comunicarse con el resto del mundo.

No hay mucho que comentar acerca de esta carretera: muchísimas curvas y bastante complicada para conducir a quien no tenga costumbre de enfrentarse a curvas. Y unas vistas grandiosas, que hacia el norte abarcan Agaete e incluso Gáldar y hacia el sur montaña y océano.

En la GC-200 hay tres clases de conductores: los que no hay visto una curva en su vida y lamentan profundamente haberse metido por ahí, los que estamos acostumbrados a las curvas y la carretera nos acojona menos que los conductores y por último los locales, que acojonan a San Pedro.

Los locales van por aquí como cohetes y no parecen hacer mucho caso al código de circulación que rige para el resto. En pocas carreteras he visto tantas imprudencias como en esta y no me extraña esa estadística que dice que cada año al menos un coche se despeña en esta carretera. Lo que me extraña es que no sean más dada la velocidad a la que circulan y los adelantamientos temerarios que he visto.

Después del mal trago que supone el tramo entre Agaete y La Aldea de San Nicolás llegamos a este último pueblo. Se trata de un municipio eminentemente agrícola que está casi aislado del resto de la isla. Sólo la carretera de Agaete, otra hacia Mogán y una tercera que cruza la isla por el centro yendo por el municipio de Tejeda les permiten salir de su valle. En el futuro parece ser que la GC-2 terminará aquí, pero tal y como están las cosas no creo que sea en un futuro próximo.

La Aldea vive sobre todo del cultivo del tomate. No es un municipio turístico debido a su aislamiento y aunque hay algunos alojamientos estos son bastante modestos: nada de grandes hoteles, lujo o incluso el tipo de establecimiento hotelero habitual en zonas de turismo de playa masivo. Es un lugar tranquilo, familiar y con una playa de grava y que está inundado por invernaderos donde los lugareños se buscan el sustento, aunque parece que las industrias agrícolas canarias están sufriendo mucho por la competencia de Marruecos. De hecho, vi bastantes invernaderos abandonados.

Pasando la Aldea y yendo hacia Mogán nos estamos desviando un poco al interior, buscando zonas más suaves que los acantilados que dejamos atrás. La carretera es un descanso después de la paliza que supuso ese primer tramo. Es más ancha, menos peligrosa y con un paisaje genuinamente desértico.

Al salir del valle podemos dejar esta carretera por un momento y bajar hasta Tasártico, aunque realmente no lo recomiendo. Sí, es bonito. Sí, hay buenas vistas de la Aldea, pero es que nos vamos a una playa de grava que está a 3 kms del pueblo y por un camino que hará sufrir bastante a nuestro coche de alquiler y que ni siquiera aparece como camino en Google Maps. Además llegué tarde y me perdí la puesta de sol detrás de un acantilado que comparado con lo visto hasta el momento hasta te decepciona, aunque en cualquier otro lugar te llamaría la atención.

Y bajando, bajando acabamos llegando a Mogán, que parece un pequeño oasis en medio de una región tan desértica como el sur de Gran Canaria y siguiendo un poco más adelante, el coqueto Puerto de Mogán, que marca el inicio de la zona más turística de la isla.

La última foto es para Puerto Rico, que es un poco el típico pueblo hiperturístico en que se ha convertido buena parte del sur de Gran Canaria. Puerto de Mogán parece que va a convertirse en algo parecido. Una lástima.

Pues esto es todo. En nuestra siguiente ruta conoceremos un poco el interior de la isla y subiremos al Roque Nublo y veremos el cráter de un volcán.

No olvidéis echar un ojo a las fotos relacionadas: los textos que las acompañan amplían información.

El Mapa
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De Calamocha a Calatayud: un paseo por el Valle del Jiloca

viernes, 13 de julio de 2012

Nuestra Señora de los Ángeles (Burbáguena, Teruel)
Burbáguena, Teruel


Iglesia de Santa María de Báguena, Teruel (Aragón, España)
Iglesia de Santa María de Báguena


Casa Lucías, Báguena (Teruel, Aragón)
Casa Lucías, Báguena


Convento de San Valentín de Báguena (Teruel, Aragón)
Convento de San Valentín de Báguena


La entrada de Daroca (Zaragoza, España)
La entrada de Daroca


Iglesia de Paracuellos de Jiloca (Zaragoza, Aragón)
Iglesia de Paracuellos de Jiloca


Calatayud (Aragón, España)
Calatayud


Castillo de Ayub, Calatayud (Zaragoza, España)
Castillo de Ayub o Castillo Mayor


Acceso al Castillo Mayor de Calatayud (Zaragoza, España)
Acceso al Castillo Mayor


El Castillo Mayor (Calatayud, Aragón)
Interior del Castillo Mayor


Al volver de Castellón decidí utilizar una ruta alternativa a la que había utilizado para ir, evitando Madrid y yendo por Teruel, Aranda y Valladolid. Es un trayecto un poco más corto y por lugares en los que nunca había estado.

Así que tracé ruta y me dejé guiar por mis dos GPS. Cuando voy así, siempre elijo la ruta que me marca el que "llega" antes a destino. Así descubrí Jérica.


Pero al llegar a las cercanías de Monreal del Campo los dos marcaban rutas distintas y había una diferencia de un minuto. Gran duda. Lo que yo sabía es que la ruta por Monreal evitaba Calatayud y la de Calamocha pasaba por allí. Así que decidido: vamos por Calamocha.

El nexo de unión entre Calamocha y Calatayud es el Valle del Río Jiloca, un valle muy suavecito que es un rayo verde en medio de los terrenos secos de esta parte de Aragón.

La primera sorpresa fue entrar en Calamocha y encontrar que casi cada edificio tenía su puesto de venta de jamones. No recordaba para nada la fama que tiene este producto, tal vez por toda la publicidad que los de Guijuelo ponen en la radio. Y creedme, el jamón de Calamocha es MUY bueno. Caro también, pero la calidad hay que pagarla. Calamocha en si no lo recuerdo como nada destacable a nivel urbano... pero teniendo esos jamones... ¿a quién le importa?

Así que comienzo a seguir la carretera que transcurre casi paralela al curso del Jiloca, y comienzan a sucederse las agradables sorpresas de los diferentes pueblos que me voy encontrando. Por desgracia la falta de tiempo me  hizo pararme mucho menos de lo que suelo y me gusta hacer. Lamento no haber parado en Luco de Jiloca, por ejemplo. Su iglesia y su paisaje urbano me llamaron mucho la atención, pero no me detuve.

Esta región es famosa por su arquitectura, ya que una buena parte de su arquitectura religiosa es de estilo mudéjar, tan diferente al románico que tanto se estila en mi Galicia natal. Tanto es así que la autovía que comunica Sagunto con Zaragoza recibe el nombre de "Autovía Mudéjar".

Así que un poco arrepentido de no haber parado en Luco sí que lo hice en Burbáguena, de acceso más sencillo en coche. La iglesia, como podéis ver, es preciosa. A su lado hay uno de los cuatro palacios que en esta localidad tuvo el marqués de Montemuzo.

Prosiguiendo ruta, mi siguiente parada fue en la vecina Báguena. Otro pueblo que no tiene un par de sitios interesantes para visitar, como su iglesia y el palacio que está a su lado, en estado de ruina o el recién abandonado monasterio. Se nota un poco el despoblamiento de estas tierras, que han estado perdiendo población a buen ritmo en las últimas décadas.

Tanto Báguena como Burbáguena pertenecieron a la Comunidad de Aldeas de Daroca (a la que no pertenecía la misma Daroca) y fue este ente el que fundó el monasterio del que hablaba y que hace muy pocos años ha cerrado sus puertas ante el envejecimiento de sus monjas, transladadas a Zaragoza, a otro monasterio de su orden.

Mi siguiente parada ya fue en Daroca, dejando Teruel y entrando en Zaragoza. Daroca fue una enorme sorpresa y fue un pecado no haberle dedicado más tiempo. Parada casi obligatoria en la ruta entre Madrid y Barcelona, sus muros sirvieron de posada a numerosos reyes de España que tuvieron que desplazarse entre una y otra ciudad. Es un lugar un poco extraño desde el punto de vista defensivo, puesto que en lugar de fortificar un cerro o una colina se fortificó un barranco. La villa se encuentra enclavada en una especie de valle muy cerrado cuyas paredes se hayan coronadas por murallas y torres defensivas.

A partir de aquí y viendo que el tiempo se me echaba un poco encima me paré bastante menos. Tan solo en Velilla de Jiloca y también en Paracuellos de Jiloca, cuya iglesia me "obligó" a detenerme para hacerle una foto. Además en Paracuellos hay un balneario que pasa por ser de los más importantes de España y cuya historia se remonta a más de 150 años.

Y llegamos a Calatayud, otra enorme sorpresa para mi por su historia y su arquitectura, con torres mudéjares, muralla de origen musulmán (una de ellas alberga una puerta que se supone el elemento arquitectónico árabe más antiguo de la península) y sus cinco castillos que dominan la villa y la comarca. Tal era su grado de conservación que durante las Guerras Carlistas las tropas del aspirante que procedían del Maestrazgo se hicieron fuertes tras sus muros en más de una ocasión.

La ciudad, que llegó a ser capital de la provincia homónima y primer ayuntamiento de España en seguir la actual constitución y lugar de reunión de las primeras cortes de la Comunidad Autónoma conoció una larguísima historia cuyo mayor esplendor se dio en tiempos de los Banu Qasi, al servicio del emirato de Córdoba primero y que mantuvieron buenas relaciones con los primeros reyes de Navarra (de hecho, la madre del primer rey navarro se casó en segundas nupcias con un Banu Qasi).

Sin embargo, sus ansias de autonomía hicieron que los gobernantes cordobeses apoyasen a los Tuyibíes asentados en Daroca que terminaron desplazando a los Banu Qasi y que, con el tiempo, llegaron a proclamar la independencia de la Taifa de Zaragoza.

Lamento no haber tenido tiempo de visitar el Monasterio de Piedra, que no queda demasiado lejos de aquí, ni de explorar la zona con más tiempo. Estoy seguro de que lo mejor me queda por descubrir.


Mapa
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Restaurante de la Cofradía de Pescadores de Agaete (Gran Canaria, España)

domingo, 17 de junio de 2012

Puerto de Agaete (Gran Canaria, España)
Puerto de Agaete


Montañas de Agaete (Gran Canaria, España)
Montañas de Agaete


El Dedo de Dios
El Dedo de Dios


Muelle de Agaete
Muelle de Agaete


Restaurante de la Cofradía de Agaete (Gran Canaria, España)
Restaurante de la Cofradía


El puerto de Agaete pasa por ser uno de los más tradicionales de Gran Canaria.

A diferencia de otros como Mogán que han sido invadidos por el turismo, El Puerto de las Nieves, como se llama la población que ha crecido en torno al puerto, no ha dejado de ser el puerto de pescadores de sus orígenes y salvo los muchos restaurantes que rodean la zona de la playa y que se surten de los pescadores locales no hay muchas concesiones al modelo de crecimiento del resto de la isla.

Sólo algunos chalés y apartamentos modernos pero medianamente bien integrados en lo que es el pueblo nos recuerdan en qué sitio estamos. Agaete no es una sucesión de hoteles, resorts y alojamientos de todo pelaje como, por ejemplo, Puerto Rico.

Las incómodas playas de grava volcánica han servido para salvar al pueblo de ser un lugar más para convertirse en un lugar único. En cierto modo eso es el gran encanto del municipio de Agaete y tal vez por eso existe el dicho de "si vas a Agaete, ven y vete porque sino en el corazón se te mete".

Y por si aún os quedan dudas, esas montañas del fondo, coronadas de pino canario, y las vistas al Teide en la vecina Tenerife (hasta la cual hay un ferry que parte desde el puerto de Agaete) completan un lugar a descubrir.

Ah... y toda esta maravilla que os describo es así de interesante a pesar de haber perdido hace unos años su mayor reclamo: el Dedo de Dios (o Roque Partido). De hecho, me habían hablado mal de este sitio.

Me lo habían pintado como un sitio feo y aburrido y menos mal que no hago mucho caso de esas cosas. Agaete me pareció precioso incluso con el día así. Con sol gana muchísimo y esas montañas del fondo son acojonantes y ninguna foto les hace justicia. Y están coronadas por un bosque que me ha dolido en el alma no poder visitar.

Y si además sumamos el restaurante de la Cofradía de Pescadores y su buen hacer a los fogones ni te cuento... normalmente dejaría este post para más adelante y lo integraría en una ruta, pero hay que hacer una merecida excepción.

El sitio lo descubrí porque allí estaba Eduardo Reina, amigo de un buen amigo mío que es grancanario. Mi amigo me había insistido mucho en que fuese, hasta el punto de que no tuve más opción que ir. Y cuando digo que no tuve más opción, es que no la tuve.

Y la verdad es que la experiencia fue grata en todos los sentidos. Tanto que me arrepiento mucho de no haber hecho una foto mejor del lugar para poder enviársela o haber hecho fotos de los platos. No soy de esa clase de fotógrafos y esta vez me la he pifiado por eso.

Eduardo me sirvió un cuenco de gofio, que pasa por ser el plato nacional canario y que por las descripciones que me habían dado no me llamaba nada la atención... sólo diré que me traje un paquete de un kilo de gofio para la Península. Está riquísimo. Tengo que hacerme con la receta.

A renglón seguido me trajeron un plato de atún adobado que es un manjar de reyes y no podía dejar que se enfriase. Las hierbas que acompañan al atún le dan un toque diferente y aunque no soy muy amigo de este pescado lo cierto es que me supo a poco.

Y nada más acabar, un pescado rojo a la parrilla (no recuerdo el nombre, pero lo averiguaré) y que también estaba muy rico. La verdad es que todo estaba estupendo, y lo que se iba para las otras mesas tenía como mínimo tan buen aspecto como lo que tenía yo en mi mesa.

Y para terminar, un postre que os recomiendo que probéis: la papaya con naranja. La verdad nunca pensé que esas dos frutas fuesen tan bien juntas. Ni lo dudéis y probadlo.

Además tuve la oportunidad de ver cómo al llegar un barco a puerto fueron a ver cuáles eran las capturas que traía para comprar lo que necesitaban para el restaurante: más fresco no puede ser el producto que te sirven. Literalmente va del mar a la mesa.

Eduardo, te debo unas botellas de albariño. De casa, por supuesto.

El Mapa
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