Castillos de Castilla (II): Tiedra, entre la Tierra de Campos y el Alfoz de Toro

miércoles, 29 de diciembre de 2021

Primavera en Tiedra

La confluencia entre las provincias de Zamora, Valladolid y León es abundante en castillos y fortificaciones.

Su carácter de triple frontera entre los Reinos de León, Castilla y los diversos estados musulmanes que se fueron sucediendo al sur del Duero, más la proximidad, a partir del siglo XII, del Reino de Portugal hicieron muy importante la guarda y protección de estas tierras.

Tiedra es uno de estos castillos fronterizos que se construyeron para proteger a los colonos procedentes del norte con los que el reino leonés repobló estas tierras.

Castillo de Tiedra

Para ello se utilizó un cerro situado al lado de la villa vieja, Amallóbriga, una población más que milenaria fundada por los vacceos, antes de la llegada de los romanos, debido a que era más fácil de defender. La situación de Tiedra era estratégica ya que controlaba el paso entre la Tierra de Campos y el Alfoz de Toro, y se convirtió en villa de realengo, dependiendo directamente de la corona y no de algún señor feudal.

Para el siglo XIII, sin embargo, la familia de los Téllez de Meneses era quien controlaba Tiedra, convertida en una pequeña y próspera ciudad medieval. Fue esta familia la que dio al castillo su forma actual.

Ruinas de la Iglesia de San Pedro

Tiedra cambió de manos varias veces más, hasta que acabó en manos de la familia Osuna, su última propietaria, que la conservó hasta el siglo XIX, cuando se abolieron los señoríos.

Hoy Tiedra es una pequeña población en los Montes Torozos, que conoció decadencia pero que, al igual que vimos con Urueña, busca en su pasado el presente y el futuro. La reconstrucción de su castillo y una serie de actuaciones en su casco urbano buscan posicionarla para que los visitantes se acerquen a conocerla.

Tiedra desde el castillo


Además del castillo, Tiedra tiene una modesta plaza mayor, los restos de sus murallas y un aula de arqueología para conocer el pasado más que milenario tanto de la población actual como de Amallóbriga, su antecesora.

Para quienes vamos de lejos tal vez no merece la pena ir a propósito porque es muy pequeño y se ve enseguida, pero por suerte se puede hacer un circuito de uno o dos días visitando Tiedra y otros castillos de las cercanías, como Urueña o Villalonso.

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Ruta combinada

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Castillos de Castilla (I): Urueña, la villa del libro.

miércoles, 8 de diciembre de 2021

Murallas y castillo (cementerio) de Urueña

El gran problema de hacer turismo por Castilla y León son las autovías. Son geniales para conectar el punto A con el punto B, pero eso hace que mucha gente no se pare a ver qué hay de camino. Simplemente marcan el destino en el GPS y tira p'alante.

Pero como ya os he mostrado en post anteriores de este blog, Castilla tiene mucho para ofrecer. Tanto, que sorprende. Hoy vamos a conocer Urueña, que no es exactamente una desconocida.

Urueña desde la Ermita de Nuestra Señora de la Anunciada

A pesar de ello, jamás ha sido visitada por la inmensa mayoría de los conductores habituales de la A-6, estando a tan sólo seis kilómetros de la salida 211, cerca de Villardefrades que, por cierto, tiene una iglesia en ruinas que es preciosa.

Murallas de Urueña

Vengáis del norte o del sur, la salida 211 es la que deberíais coger. No porque os quede mejor, ya que posiblemente la 216 le viene mejor a quien va en sentido Madrid, pero la vista de las murallas de Urueña desde la Ermita de Nuestra Señora de la Anunciada, es la mejor carta de presentación posible para la localidad.

En cualquier otro lugar de Castilla, Urueña destacaría únicamente por su castillo y sus vistas, pero Urueña tiene otro atractivo: es una Villa del Libro.

Adarve de la muralla de Urueña
Pero vayamos por partes.

Urueña es antigua y su emplazamiento estuvo poblado por los vacceos, después romanizada y reconquistada en el siglo X, convirtiéndose en uno de los innumerables puestos de frontera entre los Reinos de León y de Castilla y también con los estados musulmanes al sur del Duero.

El patrimonio de Urueña sufrió un gran descalabro en 1876, cuando un incendio se llevó por delante el ayuntamiento con su archivo, y de paso medio pueblo.

Ermita de Nuestra Señora de la Anunciada
En las últimas décadas el ayuntamiento ha emprendido un ambicioso programa de restauración que ha devuelto el esplendor a la villa. Hoy en día la muralla luce un aspecto inmejorable y al visitarla se hace imprescindible pasear por el adarve, con vistas a la comarca de los Montes Torozos y parte de la Tierra de Campos. Ya sólo por esto, merece la pena parar en Urueña.

Pero es que además Urueña es una Villa del Libro. Es un proyecto inspirado en otros que hay en Europa y la idea es crear una alternativa de turismo cultural y de promoción de la lectura y la escritura. Al calor de esta iniciativa varias librerías se abrieron en la villa, hasta una docena en tiempos anteriores a la pandemia del COVID-19, aunque no sé cuantas de ellas siguen abiertas actualmente. Urueña también cuenta con cinco museos.

Iglesia de San Andrés en Villardefrades

 Y todo ello con unos 200 habitantes.

Como digo, merece la pena parar.

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Pastrana (Guadalajara, Castilla-La Mancha): de la princesa tuerta al "Sí de las niñas"

martes, 25 de mayo de 2021

Palacio ducal de Pastrana en la Plaza de la Hora

Aunque dispongo de un extenso mapa con destinos visitados y por visitar dentro de la Península Ibérica siempre hay sitios que se escapan a mi radar y acabo descubriéndolos por casualidad. Ya me había pasado con Montblanc, en Tarragona y me ha pasado en otros sitios.

En el caso de Pastrana había estado viendo Madrid y Alcalá de Henares y mi siguiente destino era Cuenca. Y como suelo hacer cuando voy de ruta, busqué un hotel y dentro de los filtros que tenía el que más me seducía, más o menos en mi ruta, estaba en Pastrana, en plena Alcarria. Era una noche terrible, con mucha lluvia y poca visibilidad, así que literalmente no vi nada al llegar. Y mi idea era no entretenerme mucho allí.

Calle de Pastrana que desemboca en la Plaza de la Hora

Pero por la mañana, al ir a buscar el coche me gustó mucho lo que vi y decidí que Pastrana bien merecía un paseo. Y lo merece.

Pastrana ahora no es muy conocida, fuera de su zona, pero en siglos pasados tuvo su importancia e influencia ya que estaban muy bien relacionados en la Corte madrileña. Villa de realengo, perdió esta condición al ser vendida a Ana de la Cerda. Y esta mujer fue la abuela de Ana de Mendoza de la Cerda, cuyo nombre puede que no os diga nada, pero cuyo retrato, el de una mujer tuerta y con cuello cervantino, debería sonaros del colegio. 

La otra entrada a la Plaza de la Hora

A Ana de Mendoza se la conocía como Princesa de Éboli (título procedente de su matrimonio) y fue la primera Duquesa de Pastrana, título concedido a su marido por Felipe II, en agradecimiento a su colaboración. 

Pero no era simplemente "la mujer" de Ruy Gómez de Silva. Por sí misma consiguió reputación de ser una mujer inteligente y preparada, a la muerte de su marido, se retiró primero a un convento, donde se las tuvo tiesas con Santa Teresa de Jesús, y después fue parte activa de las intrigas palaciegas de la época. Su relación con el nefasto Antonio Pérez, secretario del rey, le valió ser encerrada en su palacio de Pastrana. No se sabe exactamente por qué, pero Felipe II murió odiándola.

Fuente en el casco histórico de Pastrana

La prosperidad de la villa terminaron cuando los Duques de Pastrana abandonaron la ciudad para transladarse a la Corte, en el siglo XVIII.

De aquellos años de esplendor quedó un importante patrimonio histórico, artístico y arquitectónico, con varias casonas, el palacio ducal y varias iglesias y conventos que han sobrevivido hasta nuestros días, aunque a veces con cambios en su función, como el antiguo convento de San Francisco, que ha sido cárcel, restaurante, cuartel de la Guardia Civil y centro cultural.

Pasadizo en Pastrana

De Pastrana era también la madre de Leandro Fernández de Moratín, que vivió en la villa largas temporadas y donde escribió algunas de sus obras, como La comedia nueva o El Café o la mucho más famosa El sí de las niñas, a donde se retiró gracias a la protección de Godoy, favorito del rey. Cuando este cayó debido a su papel en el estallido de la Guerra de la Independencia, hubo de huir a Vitoria primero, y después a París, donde moriría. La casa que construyó y en la que vivió antes de su huida todavía está en pie, aunque no es visitable.

Mapa

Ruta por Guadalajara

Castrillo de los Polvazares: un pueblo maragato

jueves, 20 de mayo de 2021

Entrada del pueblo viniendo de Astorga

A lo largo de los años que llevo escribiendo este blog he conocido muchos pueblos hermosos, algunos menos que parecen sacados de un cuento y unos pocos que parecen un escenario de cine.

Pero casi todos los que forman parte de esta categoría (Peratallada, Albarracín, Monsaraz...) tienen en común un pasado próspero en el que se conformó un patrimonio arquitectónico de primer orden.

Castrillo de los Polvazares, perteneciente al municipio de Astorga, es una de las raras excepciones. Aunque tuvo un pasado próspero nada tiene que ver con el de las localidades antes mencionadas, ni con murallas, castillos, capitalidades o casas que fueron auténticos palacios. Y al igual que en el caso de Ayllón y la trashumancia, la fuente de riqueza para sus vecinos vino ligada a la existencia de un gremio, el de los arrieros.

Crucero en el Camino de Santiago

Por decirlo así, los arrieros eran comerciantes que transportaban mercancías de un lado a otro y de entre estos los maragatos tenían fama de ser los más honrados y serios. Sus rutas comerciales empezaban en Galicia, donde compraban pescado para vender por el interior de la península y en el trayecto de vuelta transportaban productos de esas zonas, como los textiles, los embutidos o el aceite, que también vendían. La fama de honradez hizo que se les confiasen artículos de mayor valor, como dinero o joyas.

Calle Real
Fueron vitales para el comercio interior y el transporte de mercancías y por ello fueron protegidos por los reyes de España hasta que la llegada del ferrocarril y de otros transportes provocaron el declive y desaparición del oficio.

El producto de ese comercio puede verse en Castrillo de los Polvazares. Articulado en base a unas pocas calles que enlazan con la Calle Real, que es parte del Camino de Santiago (Camino Francés), el pueblo dispone de una arquitectura tradicional muy particular y propia de la comarca. 

Iglesia de Santa María Magdalena

Primero, por los materiales constructivos, con ese tono rojizo arcilloso del entorno. Y segundo, por las anchas puertas que tienen las casas, a menudo adinteladas o de medio punto. Al ser construidas por arrieros, se prepararon para que los carros pudieran guardarse en las casas.

Pasear por Castrillo es un placer para la vista, ya que ha sido restaurado con mimo y respeto, y hasta el adoquinado se ha hecho de forma que encaje con los edificios que flanquean la calle. Nada que ver con el adoquinado moderno que han puesto en la vecina Murias de Rechivaldo, que hubiese desvirtuado el conjunto.

Calle Real

Y si paseas antes de la hora de comer, además de ser un placer para la vista también lo será para el olfato, porque los varios restaurantes de la localidad, especializados en cocido maragato, estarán preparando la comida y dando un aroma único al pueblo. De vosotros dependerá si ese placer también se translada al gusto...

Como curiosidad decir que aquí se ambientó la novela "La esfinge maragata", de Concha Espina, aunque cambiando el nombre del pueblo al ficticio Valdecruces.

Calle lateral a la Calle Real

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Os Ancares (I): Piornedo, uno de los últimos pueblos donde la gente vivió en chozas

miércoles, 19 de mayo de 2021

Palloza con anexo de techo de pizarra

Galicia es una tierra de muchas maravillas. En la mente de todos están esos cascos urbanos de piedra, mojados por un persistente orballo y con muchos cruceiros. Un poco como Combarro o la imagen típica de Santiago de Compostela, donde la lluvia es arte.

Pero eso, amigos, es un cliché. Es cierto que muchos de los pueblos más conocidos responden a él, pero hay otras realidades, tal vez no tan conocidas fuera de Galicia.

Hórreo a cuatro aguas

Y es que la arquitectura tradicional gallega es mucho más diversa de lo que puede parecer a primera vista, y la montaña oriental, donde Galicia limita con Asturias y Castilla y León, el granito, tan habitual en toda la comunidad, deja su lugar a la pizarra, y las típicas casas de bloques de granito dejan lugar a otro tipo de construcciones. Y en las partes más aisladas, como en lo más profundo (o elevado, en este caso) de Os Ancares y O Courel, la arquitectura debió adaptarse al medio.

Piornedo de Ancares, que ya habíamos visitado en uno de los primeros post de este blog (y que reescribiré un día de estos), es uno de los pueblos que mejor representa ese tipo de arquitectura tradicional. Las casas, conocidas como pallozas, de paredes ovaladas, recuerdan a las chozas que se pueden ver en los antiguos castros. De hecho, Piornedo ya estaba allí cuando llegaron los primeros romanos a Galicia, así que es uno de los últimos lugares habitados donde aquella antigua forma de construir aún se sigue empleando, y uno de los últimos donde se vivía así.

Palloza circular

Algo que llama mucho la atención de estas construcciones son los techos de cubierta vegetal que las cubren, tradicionalmente restos de siega colocados sobre una armazón de madera. De hecho, el nombre palloza deriva de la palabra palla, que como habréis supuesto, es la palabra en gallego para "paja".

Lamentablemente, están desapareciendo porque su reparación es, a día de hoy, prohibitiva, lo que hace que muchos de los vecinos los estén reemplazando por techos de chapa. Es curioso ver que lo que era una solución económica y basada en los materiales disponibles en el entorno sea hoy inasumible para la mayoría de los propietarios.

Capilla de San Lourenzo

Las pallozas fueron el lugar de residencia de los vecinos hasta que en los años setenta del siglo XX llegó la carretera a la aldea y se pudo disponer de otros materiales, lo que significó el mayor cambio urbano en siglos.

Por suerte, los vecinos han conservado la mayoría de las antiguas pallozas y de los hórreos, que recuerdan a los asturianos, que existen en el pueblo.

Las casas no son la única herencia del pasado que continúa en funcionamiento: los asuntos de Piornedo se discuten entre los vecinos, en asamblea, y existe el puesto de celador, que es la persona encargada de convocarles.

Donis, núcleo que da nombre a la parroquia a la que pertenece Piornedo

Acceder a Piornedo es una cuestión de ánimo y de que te guste conducir. Para muchos conductores, acostumbrados a las autovías y carreteras nacionales, meterse por una pista estrecha de montaña, con muchísimas curvas, puede ser un reto a su paciencia. Pero es un reto que merece la pena. Los increíbles paisajes, los muchos miradores, la belleza de su vegetación, la gastronomía y la contemplación de una reliquia viviente hacen que la experiencia merezca la pena.

Y si después de pasear por sus calles aún tenéis ganas de más, desde el pueblo salen varias rutas de senderismo que os permitirán conocer mejor el entorno. Merecen la pena.

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Ayllón (Segovia, Castilla y León): Donde se reunían los pastores

miércoles, 3 de febrero de 2021

Iglesia de San Miguel

Si vivís en España posiblemente os suene haber visto por la televisión (o vivido en persona) cómo rebaños de ovejas cruzan las calles de Madrid.

Esto es así porque por Madrid pasaba una de las Cañadas Reales que desde la Edad Media están protegidas y permiten a los pastores trashumantes desplazarse desde los prados de verano en el norte peninsular a los prados de invierno en el sur. 

Arco Medieval
Durante mucho tiempo la industria de la lana fue vital para la economía del Reino de Castilla y por ello los pastores obtuvieron privilegios, poder e influencia encarnados en el Concejo de la Mesta, tal vez uno de los gremios más importantes de Europa.

 Este gremio tenía dos reuniones anuales, una en primavera, en Villanueva de la Serena (Badajoz) y la otra, en otoño, en Ayllón, Segovia.

Palacio de los Contreras
 Ayllón es uno de esos pueblos rojos que tanto me gustan, edificado en ladrillo en piedra de ese color, que se extrae de los alrededores, tiene frontera con las provincias de Guadalajara y Soria, estando además cerca de Madrid. Es uno de esos sitios que están en un cruce de caminos, cerca de todo pero, por alguna razón, no es tan conocido como debiera. No siempre fue así.

En la Edad Media Ayllón tenía mucha importancia siendo cabecera de una comunidad de villa y tierra, una entidad administrativa medieval creada al conquistarse el territorio a los estados musulmanes del sur y que servía para explotar de forma comunal las tierras bajo su jurisdicción.

Iglesia de San Miguel, Casa Consistorial y un coche que no tenía mejor sitio donde aparcar tapando la fuente

No era raro que los reyes castellanos pasaran tiempo aquí y de hecho aquí se concedieron fueros, se promulgaron leyes y se firmaron tratados con otros reinos. Esta cercanía con el poder real fue importante para que el Concejo de la Mesta se reuniese aquí.

El esplendor de esa época, que ya queda lejano, se nota en su patrimonio monumental. Conventos, iglesias, murallas, algún palacio y hasta una vigía se pueden ver por sus calles.

Vista de la Fuente de la Plaza Mayor desde San Miguel. Y un montón de plazas de aparcamiento libres.

Si empezásemos la visita cruzando el puente sobre el río Aguisejo entraríamos en Ayllón pasando bajo el Arco Medieval de Ayllón, que sirve de puerta a la población y que es la única de las tres que tenía la muralla en llegar a nuestros días.

Nada más entrar veríamos la fachada plateresca del Palacio de los Contreras o de Don Álvaro de Luna, del siglo XV, con tres blasones inclinados a la izquierda y una inscripción gótica bajo ellos que reza: " «Reinando en Castilla y Aragón los muy altos príncipes don Fernando y doña Isabel esta / casa mandó hacer el muy virtuoso fijodalgo: Juan de Contreras en el año MCCCCXCVII».
Santa María la Mayor

Avanzando un poco llegamos a la Plaza Mayor, con su fuente cuatro caños en medio y presidida por el edificio del Ayuntamiento y por la curiosa iglesia románica de San Miguel. Es una de las plazas mayores que más me han llamado la atención.

La Iglesia de San Miguel tiene una balconada lateral para permitir a la curia asistir cómodamente a los festejos taurinos que se celebraban en la plaza. Es realmente digna de ver.

Convento de la Purísima Concepción
Al lado de la iglesia se puede ver la Casa de la Torre, el edificio civil más antiguo de Ayllón. Entre sus múltiples usos a lo largo de la historia ha sido oficina bancaria, hogar de jubilados y cuartel de la Guardia Civil.

El Ayuntamiento ocupa el edificio de lo que fue el primer palacio de los marqueses de Villena en Ayllón, y fue cedido al municipio a principios del siglo XVII.

La Martina
Justo detrás se encuentra la parroquia de Santa María la Mayor, que cuenta con elementos traídos de otras parroquias de la villa que ya no existen, como el retablo mayor, que procede del antiguo Convento de San Francisco, hoy desaparecido, y cuyas ruinas se encuentran a la salida de Ayllón, en dirección a Aranda de Duero.

Siguiendo por la calle Doctor Tapia se llega al Convento de la Purísima Concepción, hoy privado y convertido en hospedería.

Iglesia de San Juan Evangelista
Y a un paso se encuentra otro templo hoy en manos privadas, el de San Juan Evangelista, una antigua iglesia románica reconvertida en museo en la que también se celebran bodas.

En la parte alta de Ayllón está una torre de vigía, La Martina, que es casi lo único que queda de su castillo. El día que fui no pude acercarme a ella porque había bastantes buitres posados y volando en torno a ella y no quise molestarles. A sus pies se encontraron restos celtíberos y romanos, prueba de que Ayllón ha estado habitado desde la prehistoria.

La Martina

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Ruta combinada

Ruta por Guadalajara

Azores (IV): Porto Formoso y Chá Gorreana, paseando por plantaciones de té

miércoles, 6 de enero de 2021

Plantación de Porto Formoso Chá
Cuando pensamos en plantaciones de té seguramente la cabeza se nos va a la India o a Sri Lanka. No se nos va tanto a Azores o Galicia, los únicos lugares donde hay plantaciones industriales de té en Europa.

En el caso de Azores, parece que se empezó a cultivar en Ilha Terceira a principios del siglo XIX y aunque allí no se hace, en São Miguel se establecieron plantaciones a finales de ese mismo siglo. Una crisis en el  cultivo de la naranja, hasta entonces de gran importancia, llevó a la búsqueda de alternativas y la Sociedade Promotora da Agricultura Micalense contrató a dos técnicos de Macão (antigua colonia portuguesa en la costa de China) que se ocuparon de poner en marcha el cultivo en la isla.

Entrada de la fábrica de Porto Formoso Chá

Hubo varias plantaciones, en Capelas, Pico da Pedra, Porto Formoso y Ribeira Grande, siendo en este municipio donde se estableció la primera industria, Chá Gorreana, que empezaría a producir té en 1883, apenas cinco años después de la llegada de los técnicos chinos.

Unas décadas después, en 1920, una segunda empresa empezó a cultivar té en Porto Formoso, también en Ribeira Grande, utilizando el nombre de la freguesía para nombrar a la empresa. Porto Formoso cerró en los años ochenta y reabrió en 2001, manteniéndose hasta 2014 como las dos únicas plantaciones de té en Europa.

Máquina de té en el museo de Porto Formoso

No fueron las únicas. En el pasado São Miguel llegó a producir 250 toneladas y hubo una quincena de empresas dedicadas a su explotación, pero a medida que su rentabilidad fue cayendo también lo hizo la industria hasta que sólo quedaron las dos mencionadas.

Como curiosidad, en Portugal té se dice "chá". Al parecer ambas palabras proceden del nombre de la planta en dos dialectos del chino e incluso hay mapas por internet para ver en qué países se adoptó uno u otro.

Trabajadores de Gorreana recogiendo té

Para aquellos que llegamos a Azores es muy interesante visitar ambas fábricas. No se requiere cita previa.

En mi caso fui primero a Porto Formoso, donde una empleada recibe a los visitantes y les guía a través del museo, explicando la historia de la plantación y del cultivo del té en la isla y termina con una degustación de sus productos. 

Es tal vez la más bonita de las dos factorías, con un museo cuidado y unos jardines muy atractivos. Da un poco la sensación de ser un hotel con encanto o una quinta turística que una fábrica, pero es más que recomendable visitarla.

Turistas paseando por Chá Gorreana
Lamentablemente, no se puede pasear por la plantación, pero las vistas tanto desde la fábrica como desde la carretera son hermosas.

Chá Gorreana fue mi segunda parada. No es tan bonita como Porto Formoso, pero es mucho más visitada y hay mucho más ajetreo, dando más sensación de actividad industrial. Y es mucho más famosa. En algún momento es un hervidero de turistas.

Chá Gorreana tiene 33 hectáreas de cultivo
Además de su museo y de la degustación de té tiene un atractivo más y es que hay una ruta de senderismo que recorre la plantación, con lo cual es posible caminar entre las plantas de té y, si vas en la época adecuada, asistir a labores de recogida de la hoja.

Trabajadores de Chá Gorreana

No es demasiado larga ni complicada, pero las vistas que tiene hacen que merezca la pena la caminata hasta para quienes no son aficionados a caminar. Particularmente, me gusta la que hay desde la parte alta, con las plantaciones fluyendo hacia la fábrica, en la parte baja y el Océano al fondo.

Chá Gorreana desde la parte alta

No será la única vez que pasemos por aquí. En Porto Formoso y en Ribeira Grande hay muchas cosas para ver: playas, miradores sobre el mar, iglesias con encanto, algún faro y no está demasiado lejos de Furnas, del que escribiré sí o sí un post. A medida que vaya escribiendo los artículos iré enhebrando una ruta que os permita aprovechar mejor esta parte de la isla.

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Tenerife (III): De Chamorga a Roque Bermejo, un paseo por el Macizo de Anaga

viernes, 1 de enero de 2021

Últimas casas de Chamorga
La mayor parte del turismo que visita Tenerife suele acudir al sur de la isla, donde se concentran los mayores complejos turísticos, sobre todo en la zona de Adeje.

Pero el Macizo de Anaga, en la parte norte, ofrece una isla completamente diferente, húmeda, cubierta por nubes y con unos senderos maravillosos. Uno de mis grandes lamentos en mi visita a Tenerife fue no tener más tiempo para hacer senderismo por sus montañas o bajar a sus playas.

Casita aislada en Chamorga, al lado del sendero

Con una excepción. A pesar de tener los pies hechos polvo tras mi aventura subiendo el Teide, decidí que no me iría de la isla sin visitar Roque Bermejo, tal vez la población más aislada de Tenerife. Está tan aislada que no hay ningún camino, asfaltado o no, para llegar hasta allí.

Lo único que hay es un sendero bajando por un barranco (de Chamorga o de Roque Bermejo) y una senda aún más complicada que va de Chamorga hasta el Faro de Chamorga y que desde ahí baja a Roque Bermejo. La otra opción es ir en barco y atracar en su pequeño puerto, pero tendríais que enteraros de como funciona porque yo fui a pie y no tengo información de primera mano.

Turistas recorriendo el sendero a Roque Bermejo

En esta ruta veremos ambas, porque con los pies destrozados sabía que no había fecha de regreso a la isla y es mejor aguantar el sufrimiento, si se puede, que quedarse con las ganas.

El camino empieza en Chamorga. No hay mucho sitio para aparcar, pero dado que fui en un día un poco plomizo, con nubes y llegando al final del día, tuve suerte y pude dejar el coche en el pueblo sin problema.

El camino es una prolongación de la carretera que llega al pueblo, así que no tiene mucha pérdida. Y en una bifurcación podéis elegir entre subir al faro o ir a Roque Bermejo por el barranco. La decisión es vuestra. Personalmente, aunque me parece más seguro bajar por el barranco y subir por el faro, es mucho más descansado (o eso me parece) hacerlo en sentido contrario.

Turistas volviendo de Roque Bermejo

El camino por el sendero es cómodo si llevas calzado apropiado. Todo lo cómodo que puede ser un sendero de montaña irregular sobre piedra volcánica. Pero si yo, con mis pies ampollados, pude hacerlo no tenéis excusa.

Como véis en las fotos el paisaje es más verde que el típico de Canarias. El aire del mar, cargado de humedad, no siempre puede remontar el Macizo sin condensar y forma niebla. Esta niebla humedece las rocas y la vegetación propiciando esta explosión de vida.

Cabras descansando sobre las rocas

Una de las compañías más acostumbradas en toda esta caminata es la de las cabras. Antiguamente estas cabras formaban partes de ganados comunales, pero con el abandono de esta actividad los animales están asilvestrados y viven en completa libertad. Dado el daño que suponen para el delicado ecosistema de Anaga el Cabildo insular se ha propuesto eliminarlos. No son los únicos animales asilvestrados que hay en Anaga, pero son los únicos que he visto.

 En los primeros tramos del sendero aún es posible ver alguna que otra casita, en diversos estados de conservación, que han debido ser abandonadas o servir de segundas residencias antes el abandono de las actividades que tradicionalmente daban sustento a los habitantes de esta parte del Macizo. Llegado un punto, las únicas muestras de civilización serán el propio sendero y la línea eléctrica que da servicio a Roque Bermejo.

Primera vista del Roque Bermejo desde el sendero

 El camino, a buen paso, dura unos 35 minutos hasta llegar a las conocidas como Casas Blancas, un pequeño caserío en la parte más alta de Roque Bermejo que sirve de preludio para el inicio de la bajada. Un poco más adelante encontraremos un pequeño desvío hacia la capilla de la Virgen de Candelaria, patrona de la isla (y de las islas).

Hay una historia curiosa, que ya os contaré en otro artículo más en detalle, pero esta Virgen apareció en las islas entre los restos de un naufragio y fue recogida y venerada por los guanches, para gran sorpresa de los primeros castellanos, llegados años después.

Casas Blancas (izquierda), Roque Bermejo y las primeras casas del caserío

 Desde la capilla hay buenas vistas de Roque Bermejo y del Roque Bermejo, que es una roca en el mar que da nombre al pueblo. Y desde ahí hay un camino que baja hasta las casas y el puerto

Os preguntaréis quien puede vivir aquí. La respuesta es que nadie o casi nadie. Según parece no tiene habitantes permanentes y las casas son propiedad de familias que viven en Chamorga o en San Andrés, a las puertas del macizo.

Caserío de Roque Bermejo desde el puerto.

 Una vez que decidamos continuar camino podemos hacerlo por la antigua ruta empedrada que sube desde las casas (o mejor dicho, el puerto) hasta el Faro de Chamorga. En realidad el primer tramo es volver a desandar nuestros pasos hasta  Es duro subirlo, el empedrado está en un estado mejor o peor según el tramo y tiene una pendiente fuerte.

Puerto de Roque Bermejo

El Faro, aún en funcionamiento, data del siglo XIX y es uno de los más antiguos de las Islas Canarias. Desde el puerto hasta aquí debe salvarse un desnivel de casi 240 metros. Su lente Fresnel parece ser la original, así que debe ser de las más antiguas del mundo en funcionamiento.

Subida al faro y camino empedrado

El camino muere en el faro. A partir de aquí una senda de montaña busca las cumbres. Es un camino complicado en algunos tramos, pero nada que suponga un riesgo. Hay que tener cuidado con las cabras, mucho más numerosas aquí y que en ocasiones ocupan el sendero. Como siempre, si tienen crías hay que extremar la precaución para que las madres no perciban malas intenciones.

Faro de Anaga o de Chamorga

 Llegando a la parte alta habrá un pequeño tramo de bosque de laurisilva que puede servir de refugio temporal contra el sol... o contra los vientos. Este fue mi caso. Un viento frío y húmedo, no demasiado fuerte pero muy incómodo, empezó a soplar durante mi subida y agradecía los momentos a cubierto. En los días claros hay buenas vistas de Gran Canaria desde esta parte de Tenerife. 

"Camino" al Faro. Ya os dije que se las trae

 En la parte alta, con unas vistas excelentes, se encuentra una pequeña meseta. En esta meseta se pueden encontrar un par de casas en ruinas conocidas como las Casas de Tafada. Originalmente sirvieron de granero para la finca de Las Palmas de Anaga y después pasaron a ser propiedad de la finca de la Orobada, cuyos dueños la utilizaban para vivir durante temporadas. Su última función volvió a ser la de granero y almacén antes de ser abandonado el cultivo de la zona

Desde aquí a Chamorga ya sólo queda media hora de paseo. Hay algunos miradores sobre el valle de Chamorga y sobre el pueblo, pero lo más llamativo son el Roque Pilón, cerca de las Casas de Tafada y restos de cabañas aprovechando oquedades en la roca volcánica.

El Mapa

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