Os Ancares (I): Piornedo, uno de los últimos pueblos donde la gente vivió en chozas

miércoles, 19 de mayo de 2021

Palloza con anexo de techo de pizarra

Galicia es una tierra de muchas maravillas. En la mente de todos están esos cascos urbanos de piedra, mojados por un persistente orballo y con muchos cruceiros. Un poco como Combarro o la imagen típica de Santiago de Compostela, donde la lluvia es arte.

Pero eso, amigos, es un cliché. Es cierto que muchos de los pueblos más conocidos responden a él, pero hay otras realidades, tal vez no tan conocidas fuera de Galicia.

Hórreo a cuatro aguas

Y es que la arquitectura tradicional gallega es mucho más diversa de lo que puede parecer a primera vista, y la montaña oriental, donde Galicia limita con Asturias y Castilla y León, el granito, tan habitual en toda la comunidad, deja su lugar a la pizarra, y las típicas casas de bloques de granito dejan lugar a otro tipo de construcciones. Y en las partes más aisladas, como en lo más profundo (o elevado, en este caso) de Os Ancares y O Courel, la arquitectura debió adaptarse al medio.

Piornedo de Ancares, que ya habíamos visitado en uno de los primeros post de este blog (y que reescribiré un día de estos), es uno de los pueblos que mejor representa ese tipo de arquitectura tradicional. Las casas, conocidas como pallozas, de paredes ovaladas, recuerdan a las chozas que se pueden ver en los antiguos castros. De hecho, Piornedo ya estaba allí cuando llegaron los primeros romanos a Galicia, así que es uno de los últimos lugares habitados donde aquella antigua forma de construir aún se sigue empleando, y uno de los últimos donde se vivía así.

Palloza circular

Algo que llama mucho la atención de estas construcciones son los techos de cubierta vegetal que las cubren, tradicionalmente restos de siega colocados sobre una armazón de madera. De hecho, el nombre palloza deriva de la palabra palla, que como habréis supuesto, es la palabra en gallego para "paja".

Lamentablemente, están desapareciendo porque su reparación es, a día de hoy, prohibitiva, lo que hace que muchos de los vecinos los estén reemplazando por techos de chapa. Es curioso ver que lo que era una solución económica y basada en los materiales disponibles en el entorno sea hoy inasumible para la mayoría de los propietarios.

Capilla de San Lourenzo

Las pallozas fueron el lugar de residencia de los vecinos hasta que en los años setenta del siglo XX llegó la carretera a la aldea y se pudo disponer de otros materiales, lo que significó el mayor cambio urbano en siglos.

Por suerte, los vecinos han conservado la mayoría de las antiguas pallozas y de los hórreos, que recuerdan a los asturianos, que existen en el pueblo.

Las casas no son la única herencia del pasado que continúa en funcionamiento: los asuntos de Piornedo se discuten entre los vecinos, en asamblea, y existe el puesto de celador, que es la persona encargada de convocarles.

Donis, núcleo que da nombre a la parroquia a la que pertenece Piornedo

Acceder a Piornedo es una cuestión de ánimo y de que te guste conducir. Para muchos conductores, acostumbrados a las autovías y carreteras nacionales, meterse por una pista estrecha de montaña, con muchísimas curvas, puede ser un reto a su paciencia. Pero es un reto que merece la pena. Los increíbles paisajes, los muchos miradores, la belleza de su vegetación, la gastronomía y la contemplación de una reliquia viviente hacen que la experiencia merezca la pena.

Y si después de pasear por sus calles aún tenéis ganas de más, desde el pueblo salen varias rutas de senderismo que os permitirán conocer mejor el entorno. Merecen la pena.

El Mapa

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