Pastrana (Guadalajara, Castilla-La Mancha): de la princesa tuerta al "Sí de las niñas"

martes, 25 de mayo de 2021

Palacio ducal de Pastrana en la Plaza de la Hora

Aunque dispongo de un extenso mapa con destinos visitados y por visitar dentro de la Península Ibérica siempre hay sitios que se escapan a mi radar y acabo descubriéndolos por casualidad. Ya me había pasado con Montblanc, en Tarragona y me ha pasado en otros sitios.

En el caso de Pastrana había estado viendo Madrid y Alcalá de Henares y mi siguiente destino era Cuenca. Y como suelo hacer cuando voy de ruta, busqué un hotel y dentro de los filtros que tenía el que más me seducía, más o menos en mi ruta, estaba en Pastrana, en plena Alcarria. Era una noche terrible, con mucha lluvia y poca visibilidad, así que literalmente no vi nada al llegar. Y mi idea era no entretenerme mucho allí.

Calle de Pastrana que desemboca en la Plaza de la Hora

Pero por la mañana, al ir a buscar el coche me gustó mucho lo que vi y decidí que Pastrana bien merecía un paseo. Y lo merece.

Pastrana ahora no es muy conocida, fuera de su zona, pero en siglos pasados tuvo su importancia e influencia ya que estaban muy bien relacionados en la Corte madrileña. Villa de realengo, perdió esta condición al ser vendida a Ana de la Cerda. Y esta mujer fue la abuela de Ana de Mendoza de la Cerda, cuyo nombre puede que no os diga nada, pero cuyo retrato, el de una mujer tuerta y con cuello cervantino, debería sonaros del colegio. 

La otra entrada a la Plaza de la Hora

A Ana de Mendoza se la conocía como Princesa de Éboli (título procedente de su matrimonio) y fue la primera Duquesa de Pastrana, título concedido a su marido por Felipe II, en agradecimiento a su colaboración. 

Pero no era simplemente "la mujer" de Ruy Gómez de Silva. Por sí misma consiguió reputación de ser una mujer inteligente y preparada, a la muerte de su marido, se retiró primero a un convento, donde se las tuvo tiesas con Santa Teresa de Jesús, y después fue parte activa de las intrigas palaciegas de la época. Su relación con el nefasto Antonio Pérez, secretario del rey, le valió ser encerrada en su palacio de Pastrana. No se sabe exactamente por qué, pero Felipe II murió odiándola.

Fuente en el casco histórico de Pastrana

La prosperidad de la villa terminaron cuando los Duques de Pastrana abandonaron la ciudad para transladarse a la Corte, en el siglo XVIII.

De aquellos años de esplendor quedó un importante patrimonio histórico, artístico y arquitectónico, con varias casonas, el palacio ducal y varias iglesias y conventos que han sobrevivido hasta nuestros días, aunque a veces con cambios en su función, como el antiguo convento de San Francisco, que ha sido cárcel, restaurante, cuartel de la Guardia Civil y centro cultural.

Pasadizo en Pastrana

De Pastrana era también la madre de Leandro Fernández de Moratín, que vivió en la villa largas temporadas y donde escribió algunas de sus obras, como La comedia nueva o El Café o la mucho más famosa El sí de las niñas, a donde se retiró gracias a la protección de Godoy, favorito del rey. Cuando este cayó debido a su papel en el estallido de la Guerra de la Independencia, hubo de huir a Vitoria primero, y después a París, donde moriría. La casa que construyó y en la que vivió antes de su huida todavía está en pie, aunque no es visitable.

Mapa

Ruta por Guadalajara

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