Las Salinas de Imón (Sigüenza, Castilla-La Mancha): una factoría de sal abandonada en Guadalajara

jueves, 9 de mayo de 2019




Aquellos que somos de costa asociamos la producción de sal con instalaciones situadas al borde del mar, como las Salinas de Janubio en Lanzarote o las fábricas de sal de Torrevieja.

Pero en tiempos pasados fueron explotadas salinas en el interior, muy lejos de cualquier mar actual. En una época en que los transportes eran pocos y la costa insegura, tener fuentes de sal en mitad de la península era un recurso muy valioso.

 

Ya habíamos visto Sigüenza en uno de los últimos post y hoy voy a hablar de unas que están en su término municipal: las Salinas de Imón, que en su día fueron las de mayor producción de la Península y que estuvieron funcionando hasta la década pasada.

Según leo en la Wikipedia, parece que volvieron a explotarse a partir de 2015, pero a finales de 2017 y de 2018, las dos veces que he pasado por allí, el lugar me parecía completamente abandonado. El truco está en que las cinco nuevas piscinas que abrieron están siguiendo el curso del río hacia el este. Desde la carretera no resultan fáciles de ver, al menos si vienes desde Sigüenza o Riba de Santiuste. Un rápido vistado a Google Maps os ayudará si pretendéis visitarlas.



La explotación de la sal en Imón comenzó durante la ocupación romana, aunque las salinas parecen haber sido fundadas como tal allá por el siglo X, una vez recuperadas estas tierras de manos musulmanas. Al principio eran utilizadas por la Corona para pagar favores a grandes señores y obispos, hasta que finalmente fueron concedidas al obispado de Sigüenza.

Con el tiempo volverían a manos de la Corona, que en tiempos de Carlos III construirían el antiguo complejo, que estuvo en funcionamiento hasta principios de este siglo. Los edificios, que están en la carretera que comunica Atienza con Sigüenza, están en estado ruinoso y es una lástima. Son una muestra de arquitectura industrial del siglo XVIII que debería preservarse. Si véis las imágenes de la zona en Google Street View veréis el rápido deterioro de los mismos. En las imágenes de 2008 el tejado, deteriorado, aun se mantenía en pie. Hoy en día nada queda de él, salvo escombro.

 

Las salinas de Imón aprovechan los salares subterráneos que están a orillas del Río Salado, que también alimentaba las cercanas salinas de Bujalcayao (que no conozco). La técnica es la misma que en otros sitios: algunas norias extraen el agua para depositarla en las diferentes piscinas. En ellas la sal se separa del agua por evaporación y tras varios procesos para aumentar la calidad del producto se lleva a los almacenes en espera de ser transportada a los clientes.

 

Es una lástima que el tejado del almacén de Imón se haya desplomado. Su fachada es monumental y lo que se puede adivinar a través de las rendijas de la puerta era digno de ver: una gran nave con gruesas vigas de madera que sostenían el techo. Nada mal para el siglo XVIII

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