Languedoc-Roussillon (VII): Montpellier

domingo, 7 de abril de 2019


 
Prefectura de Hérault

He dudado mucho antes de ponerme a escribir los siguientes dos destinos porque son bastante conocidos. Montpellier y Avignon no son dos pueblos casi anónimos como pueden ser Gordes o Roussillon. O una ciudad que no suena tanto como Arlès. Montpellier era la capital del Languedoc-Roussillon y tiene una larga historia y mucha influencia en su región desde hace siglos.

Sin embargo me parecía un poco feo haber pasado por allí, haberla incluido en el mapa de ruta y no decir absolutamente nada de ella. Sería un poco como decir que no hay nada interesante y hay mucho que ver en Montpellier.


La octava ciudad de Francia es una de las pocas que tienen más de 100 mil habitantes en el país vecino, aunque pueda parecer mentira: en Francia París es la megaciudad y el resto son, por lo general, más pequeñas que en España. La segunda, por ejemplo, es Marsella y no llega al millón de habitantes.

 
Arco de triunfo de Peyrou

Actualmente Montpellier sólo es capital de su departamento, Hérault, ya que tras una reforma administrativa se fusionó Languedoc-Roussillon con Midi-Pyrinées en una nueva región llamada Occitania. La capital de Occitania es Toulouse (Tolosa), la ciudad más poblada.


Sin embargo y en comparación con otras ciudades de su entorno Montpellier no tiene tanta historia. Fue fundada en el siglo VIII, así que nada que ver con Arlès o Nîmes, que atesoran un importante legado romano.

Montpellier nace de la necesidad. La ciudad más importante de la zona era la actual Mauguio, pero los saqueos por parte de piratas animaron a la población a alejarse de la costa. Con el tiempo el nuevo asentamiento prosperó gracias al interés de los condes de Tolosa. La boda de Pedro II de Aragón con la señora de Montpellier hizo que la Corona de Aragón se extendiese a estas tierras. A la muerte de Jaime I y la partición del Reino Montpellier fue parte del Reino de Mallorca hasta que Jaime III se la vendió al rey de Francia para sufragar una guerra contra Aragón. A partir de este momento la historia de la ciudad se lee en clave francesa.

 
Palacio de Justicia

Durante las guerras de religión Montpellier era un bastión hugonote, lo que le supuso un asedio de veinte meses antes de caer ante Luis XIII.

La segunda guerra mundial no fue amable con la ciudad, ya que la Fuerza Aéra de los Estados Unidos bombardeó hasta cinco veces la ciudad en 1944.

Eso explica en parte el inmaculado estado de conservación de su casco antiguo. Montpellier reconstruyó los desperfectos ocurridos durante aquellos años y todo se encuentra limpio y reluciente, sin que los desgastes de los siglos transcurridos se noten en demasía. Hay más de una centena de edificios con clasificación monumental en la ciudad, así que ya podéis imaginar como es el lugar.

 
Acueducto de Saint-Clément

Por esas calles se encuentran algunas facultades de su Universidad, fundada en el siglo XIII. De hecho, su Facultad de Medicina es la más antigua del mundo y su origen se puede rastrear hasta el siglo XII. Si esto os dice poco, os diré que Nostradamus fue alumno de esta facultad.

Otro edificio destacado es la Catedral de San Pedro. El pórtico, como podéis ver en la foto, es muy curioso. No me suena haber visto otro de ese estilo.

 
Catedral de Saint-Pierre

Relativamente cerca de la catedral se encuentra el Peyrou, un arco del triunfo con unos jardines al otro lado de la carretera con estatua ecuestre a mayor gloria de Luis XIV. Estos jardines son los típicos jardines franceses, no tan floridos como los nuestros o los portugueses. Mucho más sobrios y con dos paseos arbolados a ambos lados del recinto. En la parte alta del jardín se encuentra una Casa de Aguas alimentada por el acueducto de San Clemente, que termina detrás de este edificio.

Jardines del Peyrou y Chateau d'Eaux

En Montpellier se encuentra el primer jardín botánico de Francia, el Jardin des Plantes, que abrió sus puertas en el siglo XVI, y uno de sus directores, Pierre Magnol, daría nombre a la magnolia como homenaje por parte de Linneo.

En cuanto a las partes más modernas, tal vez lo más conocido de Montpellier sea la zona que rodea la Place de la Comédie, donde se encuentra la Ópera. Los barrios cercanos corresponden mucho más a lo que tenemos en mente cuando pensamos en una ciudad francesa, con esos edificios tan característicos techados con pizarra.

 
Place de la comédie

Y en estas calles podéis encontrar un buen número de locales dedicados al arte y a la venta de souvenirs para turistas: postales, cuadros, fotografías... las paredes aparecen parcialmente cubiertas con todo tipo de imágenes de la ciudad.

También merece la pena acercarse al barrio de Antigone, obra de Ricardo Boffill, y sede del gobierno de la extinta región de Languedoc-Roussillon. Desde mi punto de vista y pasado el primer momento de "pero qué grande es esto", te da la impresión de que no ha envejecido del todo bien. A mi personalmente su estética me parece más desfasada que el de la Ópera, por ejemplo.

 
Antigone

Como veis Montpellier bien merece un paseo.

El Mapa
Ruta combinada

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