La llegada de la artillería y de las armas de fuego supuso un giro radical en la manera en que se hacía la guerra. Cuando los cañones empezaron a ser realmente destructivos el impacto sobre el urbanismo europeo fue mucho más radical que el de cualquier bala.
Entonces surgió una nueva generación de ingenieros militares que cambió el aspecto de innumerables poblaciones a lo largo y ancho de Europa con sus novedosos diseños de muros defensivos. Miles de castillos dejaron de tener sentido y fueron total o parcialmente desmantelados, a veces para ser usados como cantera de estas nuevas defensas.
Ánimo que no queda nada...
Si habéis visitado lugares como Pamplona, Jaca, Valença do Minho, Almeida o Elvas habréis visto que estas fortificaciones no se parecen en nada al típico muro medieval, con torreones y gruesos muros de piedra. Son construcciones mucho más grandes, con muros en forma de diente de sierra, para dificultar un impacto directo de un cañón y que confieren a sus fortalezas un aspecto de estrella de muchas puntas. Sus muros ya no son de piedra sólida, sino que el muro sirve de contención a toneladas y toneladas de piedra y tierra que ninguna catapulta del mundo sería capaz de atravesar.
El más importante de esta generación de ingenieros y padre de esta nueva arquitectura fue el francés Vauban, experto militar especializado en la toma de plazas fuertes y autor de innumerables fortificaciones a lo largo y ancho del país e inspirador de muchas más en otros países. Tal es la importancia de su trabajo que varias de sus obras son Patrimonio de la Humanidad desde 2008, incluyendo Saint-Martin-de-Ré, que visité en mi tiempo como Erasmus en La Rochelle.
Dentro de esta lista está la fortaleza de Fort Libéria, en Villefranche de Conflent. No es la típica fortaleza en estrella sino que se trata de un puesto de avanzada en lo alto de un angosto valle, controlando uno de los principales accesos pirenáicos entre Francia y España. El contexto histórico hay que situarlo en el momento en que el Rey de Castilla y Aragón, Felipe V, cede a Francia un territorio que históricamente siempre fue catalán, el Rosellón. Para los reyes aragoneses ese territorio era una fuente inagotable de disgustos, difícilmente defendible al estar al otro lado de los Pirineos y rodeado por un cordón de fortalezas francesas encabezadas por Carcassonne.
Fort Libéria está encajada en el terreno en el que se ubica, la ladera del monte Belloc, y domina Villefranche de Conflent y el valle donde se encuentra. Para comunicar Fort Libéria con el pueblo existe una escalera subterránea de 734 escalones que os quitarán el aliento, tanto por lo arquitectónico, como por lo agotador. Y eso os lo puedo asegurar de primera mano porque subí y bajé al castillo por el subterráneo. Un día invernal en pleno verano tuvo la culpa de esta hazaña personal. Hay otra subida, por lo visto más relajada, por el exterior del edificio.
Cuando entré en la escalera el monsieur que me vendió la entrada me dijo "mira que para subir hay que hacer deporte ¿eh?". Pensé que exageraba, pero en cuanto terminé la ascensión y me vieron las encargadas de la cafetería me invitaron a beber algo. Tengo la sensación de que cuando alguien de la guarnición se portaba mal no acababa en un calabozo: le ordenarían barrer y fregar las escaleras. Sólo con eso no creo que hubiese mucha indisciplina.
Una vez que se llega a lo que es la fortaleza en si hay un recorrido que te permite desplazarte por la mayor parte de las diferentes salas que componen el complejo.Para moverse por ellas hay más escalones. Muchos escalones. En total, contando los del subterráneo, más de mil. Lo he buscado.
Llaman la atención las vistas privilegiadas que hay desde Fort Libéria hacia Villefranche de Conflent y el valle y llama también la atención la zona de las celdas, donde unos maniquíes sirven para ilustrar la historia de seis mujeres que fueron encerradas de por vida allí, tras haber estado involucradas en el Asunto de los Venenos, un escándalo acaecido en la corte de Luis XIV, donde se mezcló la magia negra con la actividad de algunos envenenamientos y hasta la venta de afrodisíacos. En la corte del Rey Sol la gente sabía divertirse, como podéis ver.
Se echa un poco de menos algo más de información, pero hay que tener en cuenta que Fort Libéria es de propiedad privada, aún siendo Patrimonio de la Humanidad y formando parte de los Grandes Monumentos de Francia. Y es una lástima porque el lugar es realmente impresionante e interesante.
Villefranche por si misma merece una visita. Forma parte de la Red de Pueblos más Bonitos de Francia y por lo que vi es un pueblo pequeño y rodeado de una muralla que conserva su planta medieval. Lamentablemente y debido a que hacía un día de perros lo dejé para otro viaje. Algún día, espero.
Mapa
Observación: Google Maps no reconoce una pasarela peatonal que une directamente Villefranche con el Subterráneo. De ahí ese rodeo tan estrambótico
Ruta combinada
- Languedoc-Roussillon (y VIII): Fort Libéria
- Languedoc Roussillon (I): Carcasona
- Languedoc-Roussillon (V): Narbona
- Languedoc-Roussillon (VI): Pézenas
- Languedoc-Roussillon (VII): Montpellier
- Languedoc Roussillon (II): Aigues-Mortes
- Languedoc-Roussillon (III): Jardines de La Fontaine (Nîmes)
- Languedoc-Roussillon (IV): Pont du Gard
- Provence-Alpes-Côte d'Azur (y VII): Aviñón
- Provence-Alpes-Côte d'Azur (III): Les Baux de Provence
- Provence-Alpes-Côte d'Azur (II): Acueducto de Barbegal
- Provence-Alpes-Côte d'Azur (I): Arlès
- Carretera de la Corniche (De Hendaye a Saint-Jean-de-Luz, Francia)
- Al norte de los Pirineos (I): Saint-Jean-Pied-de-Port (San Juan Pie de Puerto)
- Al norte de los Pirineos (II): Pau
- Al norte de los Pirineos (III): Foix
- Languedoc Roussillon (I): Carcasona
- Languedoc-Roussillon (V): Narbona
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