La frontera entre España y Portugal apenas se ha movido a lo largo de su historia. Algunos de los tramos más antiguos constituyen las fronteras más antiguas de la tierra siendo válidas desde hace cerca de novecientos años.
Como hemos visto en post anteriores (y veremos en otros más adelante) la relación entre los diferentes reinos que estaban a uno u otro lado de la frontera (Galicia, León, Castilla, España y Portugal) no siempre fue plácida y se establecieron fortificaciones para protegerse de los demás.
Hoy veremos el más meridional de estos fuertes, casi en la desembocadura del Guadiana, Castro-Marim. Es curioso lo que es la historia. A lo largo de muchos siglos Castro-Marim era el lugar en el que se terminaba Portugal, pero la fundación de Vila-Real de Santo António, unos kilómetros al sur le robó ese protagonismo. De hecho, la primera vez que pasé por allí ni siquiera sabía que Castro-Marim existía.
Sin embargo Castro-Marim fue importante desde hace siglos. Estando casi en la desembocadura del Guadiana representaba paso fluvial más accesible antes de llegar al mar. A partir de aquí el Guadiana se abre y empieza una zona de marismas que dificultan el cruce. Esta situación le convertía en paso obligado para aquellos que iban desde Andalucía hacia el Algarve. En tiempos del emirato y el califato de Córdoba eran parte de la ruta que unía a los centros de poder musulmanes con esta provincia, una de las más queridas por los árabes.
Pero la presencia humana en Castro-Marim y alrededores viene de antiguo. Fenicios, griegos, cartagineses, romanos, visigodos... todos ellos se asentaron aquí.
Castro-Marim dejó de ser musulmana en el siglo XIII, cuando los portugueses la ocuparon. Alfonso III de Portugal ordenó la construcción de su castillo para la protección de la frontera y de las salinas que desde siempre ha habido aquí. De hecho, es imposible saber cuándo empezó la explotación salinera en esta región. El castillo fue construido sobre fortificaciones anteriores, debiendo ser la primera de ellas un castro neolítico, y fue ampliado cuando Ayamonte se convirtió en territorio castellano.
El castillo pronto dejó de tener importancia, al terminar la fase portuguesa de la Reconquista y Castro-Marim empezó a perder población. La Orden de Santiago, que había ocupado el castillo, fue enviada a Tomar y esta fase de decadencia no terminó hasta que los portugueses entraron en la Edad de los Descubrimientos. El Algarve pasó entonces a ser una posesión privilegiada dentro de Portugal al ser el punto de partida de sus navegantes. Castro-Marim y el resto de plazas algarvías fueron reformadas y al castillo viejo se añadió el Fuerte de São Sebastião, situado en un cerro justo enfrente y preparado para hacer frente a artillería moderna.
El pueblo no merece mucho la pena. Sus calles que no se diferencian en gran cosa de tantas otras poblaciones portuguesas. El castillo, sin embargo, es otra cosa.
Visitarlo supone una pequeña sorpresa. Acostumbrados a castillos ajardinados, empedrados y maravillosamente "puestos en valor" el de Castro-Marim es mucho más rústico, con suelos polvorientos y pocas concesiones a las estéticas más modernas. El interior del recinto está ocupado por estructuras que sirven para pérgolas o pequeños puestos como de mercadillo. Alguno de ellos tiene un techo de tela que permite generar una pequeña sombra, y hay mesas y sillas bastante básicas, a veces unos tablones clavados entre sí, y que seguramente serán para el consumo de comidas y bebidas.
La muralla se puede recorrer, al menos parcialmente. Desde ella hay vistas al Guadiana y sus marismas e industrias salineras, y también a Castro-Marim, que rodea el castillo. A lo lejos, al otro lado del río se ve Ayamonte y entre ambas el moderno puente que une la autovía del Algarve (A22) con la Autovía V Centenario (A-49) que va a Sevilla.
Enfrente al castillo se puede ver el Forte de São Sebastião. Este fuerte se construyó tras la Guerra de Restauración, en que los portugueses se independizaron por última vez de la Corona de Castilla. El viejo castillo ya no era útil contra la artillería moderna y Castro-Marim, entonces principal plaza fuerte del Algarve, necesitaba una fortificación mejor preparada.
El complejo militar de la villa se completaba con el Revellín de São António, que se encuentra al este y donde hay una capilla
El mapa
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