Portugal y Andalucía (V): De Cádiz a Ronda

sábado, 9 de enero de 2010

Faro de Trafalgar (Barbate, Cádiz)
Faro de Trafalgar


Acantilado de la Breña (Barbate, Cádiz)
Acantilado de la Breña


Playa de Barbate (Cádiz, España)
Playa de Barbate


Playa de Zahara de los Atunes (Barbate, Cádiz)
Playa de Zahara de los Atunes


Duna de Bolonia (Tarifa, Cádiz)
Duna de Bolonia (Tarifa, Cádiz)


Kitesurf (Tarifa, Cádiz)
Kitesurf (Tarifa, Cádiz)


El fin de Europa (Tarifa, Cádiz)
Isla de las Palomas, Tarifa


El Rif (Marruecos)
El Rif (Marruecos)


El Estrecho de Gibraltar (Tarifa, España)
Estrecho de Gibraltar


El Peñón de Gibraltar (La Línea, España)
El Peñón de Gibraltar


Mezquita del Rey Fahd bin Abdulaziz al-Saud (Gibraltar)
El Peñón de Gibraltar


El Tajo de Ronda (Málaga, España)
Tajo de Ronda


Mirador de Ronda (Málaga)
Mirador de Ronda


Ronda, Málaga
Puente Nuevo, Ronda
La etapa de hoy es bastante curiosa, ya que vamos a recorrer la parte más meridional de la península y a ver territorio perteneciente a tres países y dos continentes distintos. Veremos playa y montaña, un mar, un océano... y hasta una isla. Y barrancos, menudos barrancos.

Tras haber visitado Cádiz, seguiremos la costa hacia Barbate. Hay muchos pueblos con gran fama de tener hermosas playas, pero muchos de ellos son terribles decepciones, como Conil y su Cala del Aceite.

Pero las decepciones terminan aquí y comienza un tramo de costa de los que se te quedan en la memoria, empezando por el histórico Cabo de Trafalgar y su playa. Como dijimos en la ruta anterior, es común ver pinares litorales en Andalucía que se han utilizado para fijar las dunas y que no invadan los campos de cultivo. A partir de aquí veremos varios.

Para que veáis la utilidad de estos pinares, hay una carretera por esta zona que a veces está cortada porque queda sepultada por las dunas. Actualmente no se puede detener su avance porque la ley no lo permite, así que esa duna no va a ser fijada y eso nos permite ver el increíble poder que son capaces de frenar estas plantaciones.

La famosa playa de Los Caños de Meca, un poco antes de Barbate, es nuestra siguiente parada. Debe su nombre a los chorros de agua que se filtran desde el acantilado cuando llueve, que son una especie de tuberías que se han ido formando con las escorrentías a lo largo de eones.

Y si queréis subir al acantilado, el Acantilado de la Breña puede ser visitado porque el pinar está surcado por innumerables senderos y hasta hay una pista forestal bastante ancha que sale desde antes de Barbate. En mi caso aparqué en una pequeña entrada de la carretera que va de los Caños a Barbate y desde ahí veinte minutos de pateo hasta la torre de vigía que está en el punto de mayor altitud, a unos 100 metros sobre el nivel del mar.

También merecen la pena las playas de Barbate y de Zahara de los Atunes, amplias, luminosas y en un entorno absolutamente precioso.

Zahara merece una pequeña mención, porque se ha dedicado a la pesca de los atunes desde que hay registros. Y los primeros registros en esta zona hacen mención a los fenicios. Eso son muchos atunes pescados

Un poco más adelante está una auténtica maravilla de la naturaleza como la Playa de Bolonia, un poco más adelante si seguimos por la N-340. Hay que tomar un desvío para sortear la pequeña sierra litoral y que nos sirve para apreciar la belleza de su entorno (no es tan impresionante como el norte de España, por ejemplo, pero tiene una magnificiencia distinta, mucho más minimalista).

La playa de Bolonia es famosa por su duna: sale de la playa y remonta una colina, luchando contra un pequeño pinar que la controla. Es muy curioso ver algunos pinos muertos surgiendo como fantasmas de entre las arenas.

Además, desde la cima de la duna hay una gran vista de la playa y en la parte media de la misma están las ruinas del asentamiento romano de Baelo Claudia y al fondo, una zona nudista.

Desde aquí a Tarifa ya nos queda poco, aunque aún podemos desviarnos a sitios como Punta Paloma. Tarifa es una de las grandes mecas del surf de Europa, junto con algunas playas portuguesas y hasta aquí peregrinan miles de practicantes de los deportes marítimos desde todos los puntos de Europa.

Aquí podemos encontrar el castillo que defendió Guzmán, el Bueno, que prefirió sacrificar a su propio hijo antes que rendir la plaza que estaba a su cargo, y también la Isla de las Palomas, que pasa por ser el punto más meridional de la Europa continental. El paso a esta isla está prohibido porque es zona de nidificación de aves. Me parece un poco absurdo ya que ha sido cantera y cuartel y las aves no han dejado de acudir, y en todo caso con proteger los nidos en la época de cría (para evitar ataques de las aves) sería suficiente.

Saliendo de Tarifa hacia Algeciras empezamos a remontar las montañas que rodean el pueblo y sobre las que se han situado infinidad de molinos de generación eléctrica para aprovechar el viento que sopla constantemente aquí. Es como visitar un museo temático acerca de la energía eólica, puesto que hay molinos de modelos realmente antiguos.

Cuando casi hemos llegado a la parte alta de la carretera podemos hacer una parada en un mirador situado a mano derecha según subimos, y que nos da una estupenda perspectiva del Estrecho y de las Montañas del Rif, situadas al otro del lugar donde Mediterráneo y Atlántico intercambian sus aguas, y cubiertas de una perenne niebla.

Antes de llegar a Algeciras tendremos algunos miradores sobre el Peñón de Gibraltar, un trocito de España bajo soberanía británica y que es la última colonia en Europa y constante fuente de conflicto entre España y el Reino Unido, por infinidad de razones: desde las puramente políticas a auténticas pasadas como que construyeran parte de su aeropuerto en territorio español o que intenten aumentar con el vertido de escombros al mar su territorio, con lo que invaden aguas territoriales españolas. Y por supuesto están el tema del contrabando y del blanqueo de capitales...

Una recomendación: si buscáis un sitio donde dormir en Algeciras, os puedo decir que la Pensión Lisboa está regentada por una mujer simpatiquísima y sus habitaciones están muy bien. Los poco más de 20 euros que pagué por esa noche me parecieron una de las mayores gangas de la historia. No es de extrañar que tenga la puntuación que tiene en Booking. Ya sabéis que no suelo hacer recomendaciones de este tipo, pero bien merecen una excepción.

Tras Algeciras, cuya parte exterior es un horror urbanístico pocas veces igualado en los lugares que he visitado, empezaremos internarnos de nuevo en la península, alejándonos de la costa. Al principio pasaremos por comarcas llanas, pero finalmente comenzaremos a subir la serranía. Justo cuando nos desviamos podemos hacer una parada en el Castillo de Castellar de la Frontera, del que os hablo con más calma en este post.

Las carreteras rectas o con pocas curvas que hemos recorrido hasta el momento desde Leiría van a desaparecer durante un buen puñado de kilómetros, con un trazado sinuoso y pleno de curvas. Lo bueno es que hay bastantes miradores en todo el camino hasta Ronda, como uno situado en medio de la nada que tiene una vista genial de todo el sur de la provincia de Cádiz, llegando la vista hasta el mar. Por desgracia cuando pasé por allí era casi de noche... y no hay fotos, claro.

Antes de llegar a Ronda tenemos que pasar por el pueblo de Gaucín, construido adaptándose al terreno, de bastante pendiente y con esas casitas blancas tan características de los Pueblos Blancos de las montañas del sur de Andalucía.

Y la etapa remata en Ronda, capital de la serranía malagueña y rodeada de sierras como la de Ronda o Grazalema y con multitud de lugares interesantes de ver para un geólogo.

Ronda misma es un espectáculo. Un profundísimo tajo cruza la ciudad dividiéndola en dos y salvada por el monumental Puente Nuevo, uno de los puentes más espectaculares que conozco. La parte occidental de la ciudad está sobre un barranco que da paso a un valle y hay unos miradores increíbles... y poco aptos para quien padezca de vértigo.

Pero además del espectáculo natural, uno puede recrearse visitando las murallas de Ronda o lo que queda de su Alcázar o callejeando por sus calles o bajando al tajo por sus rutas senderistas (no recomendable para quien padezca del corazón).

Ronda, en definitiva, merece muchísimo la pena. Podéis conocer un poco mejor Ronda leyendo este otro post del blog Viajes por Iberia.

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