Belchite, Zaragoza (Aragón)

domingo, 20 de diciembre de 2015

Puerta de Belchite (Zaragoza, España)
Entrada de Belchite


Calle Mayor de Belchite (Zaragoza, España)
Calle Mayor de Belchite


Iglesia de San Martín de Tours (Belchite, Zaragoza)
Iglesia de San Martín de Tours


Iglesia de San Martín de Tours (Belchite, Zaragoza)
Iglesia de San Martín de Tours


Iglesia de San Martín de Tours (Belchite, Zaragoza)
Iglesia de San Martín de Tours


Iglesia del Convento de San Agustín (Belchite, Zaragoza)
Iglesia de S. Agustín


Belchite (Zaragoza, Aragón)
Iglesia de S. Agustín


He oído hablar de Belchite desde que era niño y como soy aficionado a la historia siempre lo tuve como una visita pendiente, hasta este año. Lo que fue una joya de la arquitectura y del urbanismo mudéjar se convirtió en el símbolo de otras cosas.

Belchite, según los guías, era una ciudad cerrada de forma que se pudiese aislar del exterior en tiempos de epidemias, dejando tan sólo pasar a aquellos que estuviesen sanos. Esta característica fue parte también de los problemas que tuvo durante la Guerra Civil Española de 1936-39.

Situada en pleno teatro de operaciones de la Batalla del Ebro, Belchite fue tomada por el autodenominado bando "nacional" y fue sitiada y duramente atacada por parte de las tropas leales a la república. El asedio tanto para los ocupantes como para los habitantes que habían permanecido entre sus muros fue terrible, y los francotiradores obligaron a los sitiados a abrirse camino rompiendo los tabiques que separaban una casa de su adyacente. Un viejo pozo de la localidad, ya seco, sirvió como improvisada fosa común para aquellos que fueron abatidos.

Los sucesivos combates, bombardeos y demoliciones afectaron enormemente a las casas y templos que había en Belchite, que quedó en un estado de ruina. Tras la toma los republicanos apenas resistieron el primer intento de sus enemigos por recuperarla y pronto quedó bajo el control de los sublevados, esta vez de forma definitiva.

Tras la guerra, y a pesar de haber prometido su reconstrucción, Franco decidió convertir a Belchite en un símbolo de la barbarie de las tropas republicanas, así que ordenó la construcción del Pueblo Nuevo y prohibió toda reparación sobre el llamado pueblo viejo.

Y pasó lo que tenía que pasar: los vecinos fueron expulsados del viejo pueblo por la política y las circunstancias. Incluso aquellos que no pudieron comprar una de las viviendas del Nuevo Belchite tuvieron que irse ante la amenaza de desplome.

Hoy en día Belchite sirve tanto como lección de los desastres de la guerra, como muestra de lo que le pasa a un pueblo construido en barro y adobe cuando lo dejas durante décadas sin mantenimiento: buena parte de lo que un día fue un próspero pueblo, que llegó a tener su propia orden de caballería durante la Edad Media, hoy es un conjunto de montones de barro y madera distribuidos por una planicie. Incluso las dos plazas principales del pueblo hoy tienen más aspecto de descampado que de centro de la vida social de la vieja villa.

Si lo preferís, sirve como lección de lo poco que interesa en España la historia y la conservación apropiada del patrimonio, más allá de las atracciones más visitadas y reconocidas en los mayores centros de población. Belchite nos recuerda cosas que incomodan, nos habla de lecciones que nadie quiere aprender. No queda bien en fotos y no atrae al turismo de masas. Por tanto su conservación no es prioritaria.

Si podéis id a visitar Belchite: cualquier año de estos deja de existir definitivamente. De alguna forma la prohibición por parte de Franco de tocar el pueblo continúa en forma de falta de fondos para consolidar lo poco que aún se conserva del mismo.

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