Las Tablas de Daimiel (Ciudad Real, España)
sábado, 19 de abril de 2014
Campo cultivado cerca de Las Tablas
Molino de Molemocho
Pasarela para visitantes
Observatorio
Humedal
Humedal y pasarela
Aunque normalmente en este blog prefiero ir poniendo lugares poco conocidos a veces apetece escribir algo sobre otros que lo son un poco más pero a los que tal vez no se les dé la importancia que tienen. Además, tampoco había publicado nunca un destino en Castilla-La Mancha.
La formación de las tablas se produce por el desbordamiento de un río al cruzar una llanura, creándose de esa forma un ecosistema húmedo en una zona seca. Antes había más en la Península, pero hoy en día tan solo las de Daimiel subsisten.
Las Tablas de Daimiel, en la provincia de Ciudad Real, son tal vez el Parque Nacional español más machacado y uno de los menos conocidos. Sobre-explotación hídrica, obras hechas sin ningún sentido común como el embalse del Azuer, sequías y una permisividad excesiva a la hora de permitir que hectáreas de secano pasasen a regadío casi lograron su desecación completa.
Además de refugio para un tipo de vegetación muy amenazado, las Tablas son el refugio y lugar de alimento de numerosas aves acuáticas que han establecido como lugar de parada estos humedales durante sus largas migraciones estacionales.
Para evitar la desaparición del humedal el gobierno español inició un plan de compra de tierras en los alrededores del mismo para hacerse con los derechos de regadío de esos terrenos y así paliar la sobre-explotación de los recursos hídricos, y se ha forzado una gestión menos agresiva de los ríos que alimentaban a las Tablas.
Otro gran problema para las Tablas de Daimiel fueron los incendios de las turbas que ocurrieron a partir de 2009 y que sólo se extinguieron cuando llovió en cantidad suficiente para anegar el subsuelo. De todas formas, el estado había aprobado un transvase de agua desde el Tajo como solución casi desesperada cuando falló todo lo demás.
Afortunadamente, parece que en los últimos años se está reconduciendo la situación y hasta ha vuelto a brotar agua de los cercanos Ojos del Guadiana, aunque no se considere (todavía) que es agua del río. Si los siguientes inviernos son tan lluviosos en la zona como estos últimos se supone que acabarán rebrotando.
La visita al Parque pasa obligatoriamente por ir al centro de visitantes, desde el que parten varias rutas, diferenciadas por colores, que recorren varias de las islas situadas en la confluencia entre el Guadiana y el Cigüela. Antes de llegar al centro de visitantes hay una cosilla que ver: el Molino de Molemocho.
Se trata de un enorme molino que aprovecha el agua del Guadiana, a la que embalsa, para realizar su trabajo. Nadie sabe exactamente la historia de este edificio pero, al parecer, ya estaba por aquí en tiempos de Felipe II el cual, por cierto, fue uno de los primeros protectores de las Tablas a las que mandó "guardar muy bien". Hoy en día es un segundo centro de visitantes, pero su horario es bastante más restringido que el principal. De hecho, no pude acceder al edificio ni a sus anexos y me tuve que conformar con hacer alguna foto desde la carretera.
El coche puedes aparcarlo cerca del Centro de Visitantes principal. Desde aquí puedes empezar varias de las rutas que recorren el Parque y que están convenientemente señalizadas con códigos de colores y que están muy bien enlazados.
A pesar de ello y como concesión a los visitantes se han hecho algunas cosas que no me han gustado, como algunos caminos peatonales construidos con piedra y tierra, interrumpiendo el flujo de agua, lo que puede llevar a la polderización de algunas áreas hoy inundables.
Otras rutas, sin embargo, están realizadas utilizando pasarelas de madera, mucho más respetuosas y que cruzan las charcas permitiendo a las aves acuáticas desplazarse libremente a un lado y otro de la misma y llevan a varios observatorios de aves desde los que podemos tener panorámicas del humedal más cercano, como el que hay en la Isla del Pan y donde también se conserva la caseta de uno de los primeros guardias del parque, que vivía allí con su familia, como sus antepasados antes que él.
También hay algunos embarcaderos para uso por parte del personal autorizado, desde donde pueden salir a recorrer las Tablas de Daimiel en embarcaciones de poco calado.
No está de más recordar que no se puede alimentar a los animales o alterar el hábitat cortando plantas o arrojando cosas al agua y que no está permitido salirse de las sendas marcadas. Hay que respetar el santuario para ayudar a su conservación.
El Mapa
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